Si sufres fácilmente subidas de azúcar, mejor abandona el blog. Pues el celestial Fab está dispuesto a suministrarte una dosis mortal de edulcorante. ¿Notas como te infecta cual morfina? Si no, es que ya te has muerto. R.I.P.
Quiere que le entiendas, pero no estás a su altura. O bien es un genio, o bien un desgraciado. Inspirado en su musa, te hace llorar cual crepuscular historia de amor.
Al menos utiliza palabras que conoce.
Espero no estar en este mundo cuando su iluminación se acabe, pues se nos llevará por delante montado en un camión de los helados, lo juro. Dicen que la muerte más dulce es cortarte las venas en una bañera de agua caliente… ¡Una puta mierda!, que no te engañen y vuelve a leer 365, eso sí, despídete de tus más allegados.
Sitúa un personaje humano, a ser posible femenino; añádele un par de gotas de acción sin profundidad lógica, algo cotidiano y facilito de entender; remuévelo durante unas 50 líneas y recuerda que estás enamorado. Ya lo tienes, una perfecta fabada. Sírvelo por vía-pedantería y para adornar nada de perejil, más bien una referencia “Gemil”.
Llegó a esta tierra como castigo por compadecerse de los mortales, su elevada y divina naturaleza le hace un ser majestuoso. Y esa manera grácil de moverse, propia del dios más carismático del Olimpo, hace que vuelvas a creer… y de nuevo a comprender por qué eres ateo.
Pese a todo, mantiene la pureza formal y un vocabulario sabiamente escogido, véanse ejemplos como: “hijoputil”.
Se me está fundiendo la bombilla de los cojones y empiezo a ver “a trompicones”, tengo un sueño “del quince” y aún tengo mucho que escribir. Voy a realizar una proeza personal y voy a parar; pero no te asustes Fab, no es que no me apetezca seguir, es que me voy a “ponérmela morcillona”. Buenas noches.