A veces me río solo y a veces las carcajadas se ríen de mí. Vomitadas se me escapan y me abrasan la garganta.
A veces me da pánico mi respiración.
Temo romperme, explotar en cien mil pedazos. Infectar todo lo que me rodea de mi propia mierda.
Temo romperme, explotar en cien mil pedazos. Infectar todo lo que me rodea de mi propia mierda.
Necesitar, el compás arrítmico de nuestras respiraciones.
Pienso en todo y a la vez en nada. Masticando puñales.
Cada vez que escupo amor y tú no estás, me siento sucio y vacío. Enfermo.
Me excito, sí.
Me excito solo,
al abrigo del silencio.
A tu sombra.
Me excito solo,
al abrigo del silencio.
A tu sombra.
Ojalá.
Pienso que me abrazas, que no dejarás que te suelte. Me prometes no
irte jamás. Me mientes.
Me miento.
Acabo siempre agarrado a la barra de un bar, ¿sabes?
El cálido tacto del vidrio en mi mano me hace sentir bien.
El cálido tacto del vidrio en mi mano me hace sentir bien.
Cada anochecer me suicido y cada amanecer resucito.
Sangrando alcohol. Bañado en sudor. Quemado por dentro. Entumecido y podrido me encuentro. Solo.
Sin nadie.
Sin ti.
Sin nadie.
Sin ti.
El vaho en mis ojos me nubla la vista. Ruido. Se me escapa tu voz. Se
apaga el calor de mi pecho.
Se avecina tormenta.
Se avecina tormenta.
Preñado de miedo. Atado a la cola de la sinrazón, me encuentro, perdido.
Nubes negras empapan mis mejillas.
Se desdibujan los nervios de mis dedos. De que me sirven ya si no pueden enredarse en tus ríos de plata brillante y fina.
Nubes negras empapan mis mejillas.
Se desdibujan los nervios de mis dedos. De que me sirven ya si no pueden enredarse en tus ríos de plata brillante y fina.
Y todo porque a veces quiero ser yo, pero no puedo.
Dejar de amarte. Dejar de buscarte. Entonces apareces, cuando menos se te espera.
Siempre.
Siempre.
Delirios de un demente. Desapareces evaporada en fantasma herido de muerte.
Devorado por el viento. Te lo llevas todo y me dejas desolado, sin nada.
Como si
alguna vez hubiera tenido algo.
Tú.
Emborrachadas las farolas, me llueven los tiestos y me pisan los
charcos.
Sollozando bromeo, indiferente al impacto. Siento el aroma del suelo.