Una imagen dictadora y corrosiva.
Una voz ladrona de vida y corazón.
Con un solo sueño me encuentro entre nubes de desolación.
Porque
amor era lo que he perdido al esfumarte de mi ensueño.
Era perfecto, éramos verso, jugando a ver que labios se
comen al otro primero.
Coleta sencilla y coqueta, de hilos bañados en oro y secados en
tierra.
El Sol reflejado en tu rostro, en tu brillante y cálida hermosura, marcada por lunares y estrellas.
El Sol reflejado en tu rostro, en tu brillante y cálida hermosura, marcada por lunares y estrellas.
Si por mí hubiera sido, jamás te habrías ido. Realidad moribunda y
perdida por tu ausencia.
Y tú no lo sabes, ni siquiera intuyes la brecha tras tu onírica
despedida.
Bailando en ese aroma que dejó el quizás, tu nariz tenía ganas de
mis mordiscos.
Porque revuelves mis entrañas y las llenas de mariposas de
imposibilidad, de mierda repulsiva, de que aunque pudiera, no
podría.
Porque es como el agua y el aceite, como un viento que hierve mecido
en la orgía de un huracán.
Porque tus besos son diamante y yo vivo debajo de un puente.
Colgado de amores delincuentes, de psicóticas que prefieren la fría bipolaridad, la riña y la tristeza autista, a las brasas de mi cama.
Porque tu risa es la brisa del mar, es la canción del mundo.
Porque, como te vas, vuelves, como un torbellino de ira que no dejará
nunca de gritar.
Porque te deseo desde que tu mirada atrapó a la mía, desde que mi
alma se ató a tus ojos.
Como un vaquero que vacía su revólver de retórica, me encontrarás
batido en duelo, al amanecer de tu sonrisa.