La fecha cambia el dígito más grande, 365 días después algo falla.
En la mesa había una voz que se alzaba silenciosa entre el bullicio, una voz que emanaba sabiduría, trabajo, razón, lógica. Pero que no emanaba ruido. Como un ultrasonido que pocos nos dignábamos a escuchar. Los jóvenes que no buscamos tener la razón, buscamos aprender de la misma, estábamos ahí para escuchar, para alimentarnos de verdad.
Todos llenaban el estómago, pero estando tú, yo sólo quería llenar mi mente y mi conciencia. Lucho por ti, lucharé por todos. Tu garrote me decía lo importante que es no fallarse a sí mismo, lo importante que es la palabra esfuerzo. Grano a grano fuiste capaz de construir un legado del tamaño de un desierto, y no sólo por darnos a todos la oportunidad de vivir cada año los mejores veranos de nuestra vida. El orgullo que tu nieto siente y sentirá de ser tu nieto, es el que habrá sentido tu padre cuando llamaste a las puertas del cielo y te vio llegar. Navidades sin ti no son navidades, sin escuchar cómo con dos palabras inspirarías a una generación. Como así hiciste que la muerte de tu padre no fuera en vano, lucharé por ti.
La injusticia del azar se cebó con la persona equivocada, y me arrebató lo que más me marcó, ahora me toca a mi marcar este mundo, haciendo que cada generación la huella sea más grande. Siempre vivirás dentro de mí. Sólo quiero que no sientas que te has ido en vano. Sólo quiero que de alguna forma puedas leer esto. Que pudieras ponerme tu mano en el hombro.
Te debo una cena, te debo una vida.