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"A falta de una imagen, buenas son las mil palabras."

Noche, que no es poco.


La noche fría, no querría recordarla de otra forma.
Las fracturas de la urbe inundadas. Las nubes percibían el cariz del momento y se arrastraban arrodilladas. Con las huellas del plomo flotante.
El polvo luchando por el primer puesto, en carreras sobre pieles tersas.

Unos viejos callejones, de más viejos moribundos plagados. Las latillas rodando detrás de sus vidas anteriores.
Los coros de los gigantes de acero. Los chillidos de los enanos de hueso.
Algún destello de odio ajeno.

Recorriendo laberintos de adoquinado. Tropezando con la caricatura de una gran polis. 
La mayoría de ventanas cerradas o contenidas de luces apagadas.
Los relojes mudos, pues nadie precisa ahora de su presencia.

La cloaca regurgita los destellos que le sobran.

Entra en escena el cielo. La polución más brillante que la luna acongojada. 
El tendido eléctrico sobre mi cabeza simulando rejas. La escapatoria del agua eran las alcantarillas.
Bonita escena.

Con los pantalones roídos por las noches más largas. Las zapatillas llenas de la mierda propia y de la ajena escogida.
Los tendones afilados y la mente más opaca. Cojo y me deshago entre palabras.
Ultimas estrofas dibujadas en el suelo con las uñas. Esgrimiendo historias sobre gas propano. Letras parloteando sobre colores imperceptibles.

Que las palabras no mancillen las ideas.
El pedazo de existencia alterada y arrasando muescas olvidadas. 

Que grite la noche mientras se desgarra. Mientras desprenden su manto del plano.

Y con la luz del sol abrasándome los ojos, las pupilas desaparecían como aquellos hilos de pensamientos.
Ahí abajo se estaba cómodo. Maldita sea.

Ahora me evaporo. Formo parte de esos cristales empañados. Os dejo con vuestro día.

Publicado por Alack el miércoles, abril 03, 2013
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Etiquetas: alack, Relato 0 comentarios
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