Y tras
escuchar estas palabras proferidas por el clásico padre bigotudo, fan acérrimo
del Rayo Vallecano, armado con la bolsa de deporte de su “niñita”; los dos
zopencos dejaron de masturbarse y bajaron del árbol a toda prisa.
Les
habría acompañado en su trepidante rutina eyaculadora el Cabeza. Pero un
maldito día, el de “la head” vio abandonar la escuela a la única potra de la
que se había enamorado y decidió limitarse a venderles “pica pica” a los
granujillas. Desde entonces pasó a llamarse Dani.
Ese era
el único recuerdo que les quedaba, a este par de desgraciados, de su vendida
infancia. Las tardes en el “árbol blanco” pajeándose viendo salir a las alumnas
de la Escuela Municipal de Ballet.
Damián
y Fabián eran dos jovenzuelos con una filosofía de vida bastante peculiar:
comían lo que podían, bebían lo que querían, jodían a quien querían, en el
doble sentido más amplio de la palabra, y robaban cuanto sus manos podían
abarcar.
Acostumbraban
a fumarse las judías verdes de la tía Agatha y después esta les llevaba al
parque, a pastar.
Seguían
un carpe diem un tanto radical. Aún así no se
tatuaron estas palabras en la pierna, por si les preguntaban el significado.
Esto fue un briconsejo de un amigo asiático.
Entre
sus más enfermizas aficiones, destacaba la de trasnochar en casas ajenas,
dejando un rastro de mierda que fotografiaban con su viejo Motorola. A la
mañana siguiente, la dueña de la casa tenía un estampado pútrido especialmente
decorativo, y oloroso, como temática del cuarto de aseo.
Es verdad
que no eran más que unas meras meretrices de un chaval que se hacía llamar ‘Er
July’, o quizás Ulick, quién sabe. Un nombre, el primero, inventado, de un
chico huérfano de madre drogadicta, y padre psicópata y coprófago. Él la mató a
ella y después se suicidó entre un enorme montón de mierda, lo cual hace
enlazar términos.
Pero el
caso es que eso no les quitaba el mérito a aquellos mozuelos de ser unos chicos
malos.
Se
consideraban verdaderos antisistemas, en realidad se consideraban anti todo lo
que pudiese llevar este prefijo.
Pero se
enorgullecían de estar en el “top gemidos” de las guarras de su zona. Solo
rezaban porque esas guarras, en su evolución a zorras, al pasar los 12 años,
les mantuviesen en el top.
Eran
los clásicos hijos de puta que habitaban la rancia mamada que tenían por
municipio.
Y con
el transcurso del tiempo llegaron las bebidas alcohólicas, los tampones usados,
las felaciones recibidas, las protagonizadas, y por supuesto: Los planes que
les sacarían de esta esfera viciada y posiblemente violada.
Vaya! Comienzo trepidante y prometedor! Adelante por favor...
ResponderEliminarInquietante relato, espero no sea autobiográfico, lo cual me llenaria de tristeza. Ah y seguro que la madre de "er July" no es drogadicta, seguro que solo está loca de remate!!!! Bien, me gusta
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