Cada palabra envuelta en un recuerdo, porque eres pasado que nunca
pasa.
Estancado en un aroma.
Soy una piedra que se descuartiza cuando
la meces.
Es por culpa de tu sonrisa; es como un soldado blanco y
brillante, una estrella solitaria en medio de una calle cualquiera.
Esclavo de las sobras de un reino de sombras y ceniza.
Estás ahí, encima de mí, como una llama que late y se consume
lentamente.
Yo no hago más que acercarme, desintegrándome con cada beso,
con cada llamarada de nada, con cada dentellada asesina y colérica, locura ciega de placer.
Me veo nadando a la altura de la duda; deidad, de luz cósmica vestida, de soplos solares que la abrazan, que la enganchan a ese
tango que se marca con su globo azul.
Ahora estoy hablando de la Luna y ni tan siquiera se te acerca.
Como un ángel exaltado.
Una mueca rota, esculpida en la constelación de mi torpeza. Una vena hinchada que penetra la oscuridad de tu caverna de hielo líquido y abrasador.
Una mueca rota, esculpida en la constelación de mi torpeza. Una vena hinchada que penetra la oscuridad de tu caverna de hielo líquido y abrasador.
Huele muy bien, tranquila.
De mi mente salen tentáculos de sangre.
No existen los halagos en el país de los payasos.
A mí me gusta moverme entre serpientes.
Que las víboras se deleiten poco a poco con mi corazón; me envenenen de existencia, arropándome de ponzoña fina, de una red de mentiras tan elegantemente hilada como doblegada. Enarbolada y bien izada en lo más alto de la colina de mi decadencia, de ese orgullo que mantengo, por ira.
Que las víboras se deleiten poco a poco con mi corazón; me envenenen de existencia, arropándome de ponzoña fina, de una red de mentiras tan elegantemente hilada como doblegada. Enarbolada y bien izada en lo más alto de la colina de mi decadencia, de ese orgullo que mantengo, por ira.
Suicida, claro; no aguanta ni una sola ronda.
Yo solo busco moldear tu pensamiento.
Crear una imagen y retorcerla hasta el exceso, hasta
que reviente de miedo y se revuelque en su propio daño. Que chapotee
bien.
Así.
Y si te piensas que escribo bajo la noción y el sentimiento, es que no has comprendido ni una sola palabra de lo que te estoy diciendo.
Pero ahí sigues, revoloteando a mi alrededor, descolocándolo todo.
Un tifón que se olvidó de pedir la hora.
Un agujero negro, pero negro de cojones.
Yo, poca cosa.
Yo, poca cosa.
La ingenua presa que cree sobrevivir a tu sed.
Esa brisa clandestina que se coló por tu ventana.
Incluso, la ola que ahoga una caracola despistada: eso eres, una lucha de titanes que ni matar ni dejarse morir pueden.
Eres el sentido que se le da a un verso herido, a un conjunto de
palabras que se unieron por puro azar.
Casi como nosotros.
Casi.
Me dejé el sombrero en la otra estrofa.
Prefiero ni contar el espacio que te deje tras ella.
Prefiero ni contar el espacio que te deje tras ella.
No hay comentarios:
Publicar un comentario