Prólogo.
Comienza la función. Bosta sobre fondo
liso. La pisa un pie de talla cuarenta y seis. Por lo menos, y como
mínimo. Con cuidado, bajo cero.
Primer acto.
Embalado. Embalado y torpe. De
arrastrar los pies, las suelas gastadas. De arrastrar los pies,
traspieses en exceso.
Bruma, humo y niebla. El camino sucio.
El camino, el Madrid de ahora. La mente. La selva:
Escucha.
Flujos de colores, por la velocidad,
por los letreros asaltantes y por las jirafas de color cambiante.
Traspié, por la pierna del sintecho con techo de cartón.
Sustos, ante palizas físicas.
Indiferencia, ante palizas mentales.
El vino, que parecía vino. Y los
sacos, y los cacos.
Viandantes, a base de caballo.
Solitario nuestro, haciendo el burro. Cada vez más loco, a hidálgos.
Quijote, y algún que otro don.
Desaprovechado.
Tic tac, y vuelta. De reloj, de tuerca
y a casa. A desahogar al hogar.
Interludio I o Diálogo
absolutamente fortuito, y gratuito.
Uno: Llevo media hora a pedradas con el
espejo.
Otro: Atravesando el reflejo.
Uno: Imaginando mi careto.
Otro: De acuerdo.
Segundo acto.
Recuerdo, del sujeto. Suceso pasado
desapercibido, excepto para el escrito. Mito revivido, mito cazado, y
el cazador:
Mira.
Volador obeso, actual, mórbido, con
alas de hojalata. Cargado con su arma, con su puntería y un
periódico cubriendo sus vergüenzas.
Maldito desvergonzado, hacedor de
rompecabezas. Ciego, por los estupefacientes, seguramente.
Y dispara flechas.
¿Flechas? Al caminante, un arpón.
Insertado.
Ahora sácaselo y muere, ahora
déjaselo, y muere también.
Interludio II o Diálogo altamente
irrelevante.
Uno: Le voy a
matar.
Otro: Al que imita
en el cristal.
Uno: ¿Ganarás?
Otro: Quizás.
Tercer Acto.
Ultrajado, por él
mismo. Un poco niño. Sucio personaje, altamente no empatizable.
Castigado, como es probable. Cara seria. Herido obviable.
Vamos, un irresponsable.
Nos lo queríamos perder, y menudo
individuo hemos encontrado:
Huele.
Sudorosas
manos. Por soltar riendas. En la recta final. No por fin de trayecto,
sino por no pensar en girar.
Siguiendo el camino, y puede que acabe
en abismo. Pues coge, y mete cuarta...
Mente claramente nublada. Juicio
elaborado. Con el miedo al "sin miedo". En la frente.
Los últimos serán los primeros, o los
segundos, o los terceros. Pero no los últimos. Por dejar de ser,
claro.
Menuda racha. Se queja. Y lo tiene
todo. Y con cada beso, se convierte más en sapo.
Epílogo
Él: Está
durmiendo.
Él: Mira, genio.
Él: Silencio.
Él: Baja al infierno.
No hay comentarios:
Publicar un comentario