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"A falta de una imagen, buenas son las mil palabras."

Danza Carmesí


- No van a molestarnos más, te lo prometo.
- ¿Cómo puedes estar tan seguro? – Se apartó de golpe del torso desnudo de su acompañante.
- ¿Desde cuándo prometo en vano?
- Odio que respondas con otras preguntas.

Esta vez se acercó el.

- Vamos relájate. Estamos solos. Ahora mismo no le interesamos a nadie.
- Mírame y dime qué ves. – Tras recogerse el pelo con una desgastada goma, se puso enfrente de él, con el  rostro ridículamente serio.
- Tienes que dejar de ver esas estúpidas películas de amor. – Con una risilla ladeó la cabeza y mientras retorcía algunos pelos de su  perilla comenzó a decir: - Veo unos terribles labios rojos. Veo unos ojazos que arrastran unas ojeras aún mayores.
- ¡Qué te jodan! 

Arremetió contra ella tan súbitamente que esta pensaba que sus labios se iban a partir. En cuestión de segundos estaban otra vez en el suelo. 

- Se lo que has sufrido…
- No te compadezcas de mí, yo no lo hago. Además, tú tampoco lo has tenido fácil.
- No soy ninguna princesita – Dijo incorporándose. – Aún así, mírate. Tu mirada grita necesitar descansar para siempre.
- Al contrario que la tuya. 

En la mente de aquel perturbado se dibujaba la figura de la mujer que tenía delante, con un aspecto casi celestial. La piel de la fémina cobraba una textura cristalina, brillante, que reflejaba todo el espectro lumínico de la triste lámpara que iluminaba el cuarto. Y esos labios que fulguraban en un rojo rabioso, al igual que algo en su cabeza y su pecho. Pensó que de acercarse quedaría calcinado. Estaba deseando intentarlo.

- Se justamente lo que piensas, y no. No soy ninguna divinidad. – Se puso de pie. Se acercó a la mesilla del motel y apartando varios inservibles objetos del desordenado cajón, sacó un cuchillo. – Quiero  que veas cómo sangro.

Pese a que aquel cuchillo parecía absolutamente desafilado, se deslizó por la muñeca de la mujer, quién pareció no inmutarse, de manera firme y arrastrando un fluido de sangre brillante. 

- ¿Por qué lo has hecho?
- ¿Qué vas a hacer ahora?
- Voy a hacértelo hasta que mueras desangrada.

De nuevo se abalanzaron uno contra el otro. Sumidos en esa peculiar danza carmesí. A punto de expirar. A punto de renacer.
Publicado por Alack el lunes, agosto 20, 2012
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Etiquetas: alack, Relato 0 comentarios

Mi vida la vivo en el sitio donde no vivo.


- Esa estrella fugaz brillaba demasiado, ¿No crees?.
- Era rápida, apenas la vi, bastante más que las otras.

Y de repente miro al reflejo que la luna crea en el agua. Hoy el cielo está bastante despejado, normal en estas fechas, mas raro en estos últimos días. La noche se acerca a lo que se podría llamar perfección, se contempla oscura inmensidad allá donde mires. La brisa se deja notar en las partes más sensibles, no es muy notable, pero agrada lo suficiente.

Vivo en Julio y Agosto desde antes de tener uso de razón, y pocas veces en mi vida recuerdo un momento tan apacible. 2012, 19 años, menudo viejales dirán algunos infantes. Más vieja que mis padres es la piedra que piso cada verano, cada vida. No puedo pensar en irme, porque no puedo dejar de pensar si no volveré. Muchos dirán que Griñón no es más que un pueblo, en efecto, para muchos, no es más que un pueblo.

Cuando oigo Griñón oigo más que una palabra, oigo mis recuerdos. Cada chapuzón, cada tiro a canasta, cada curva en la bici, cada noche de luna, cada estrella en el cielo. Esas estrellas son otras ahora, sorprendentemente a año que pasa, persona que conozco, hasta yo mismo me extraño de que tras 19 años siga pasando eso, como un reloj suizo, cuyas manecillas avanzan sin dejar paso a dubitaciones. Cada vez que estoy aquí, soy simplemente feliz, y eso es lo que marca la jodida diferencia entre oír una palabra, o pensar en un millón de sentimientos que cada año dejo aquí para recoger al julio siguiente. Hasta que no hay julio siguiente...

Me es imposible asumir lo que mi cabeza no deja de repetir, puede que no vuelva a vivir un verano como los que mi vida y mi familia me han regalado todos estos años, no puedo dejar de pensar que la piedra angular de lo que es mi vida y mi forma de ver las cosas desaparecerá, mi momento de paz, de diversión, de reflexión, los veranos son algo más que días en los que no haces nada. Son algo más que playa, que piscina, que calor.

Desde que rompí aquel piloto de aquel coche oscuro en aquella calle soleada delante de aquel hombre que tendría aquel hijo que es el amigo más fiel y sincero que tuve jamás. Desde aquellos 4 añitos con las bicis rodando como estrellas fugaces entre la noche en una infinidad de caminos que nos parecían recorrer una simple calle, hasta estas noches de bajar en coche al parque a jugar a las cartas. 15 años marcan la diferencia entre unos amigos, y nosotros. No concibo llegar la primera tarde de verano y no encontrar ese puño para chocar, para dar inicio a cada año. Pero todavía nos queda mucho que decir.

Los años pasan y cada vez veo menos probable volver a lo de siempre. Todo va cambiando, pierdes a tu fiel corcel y las travesías por el desierto se hacen más duras, pero no esquivas tu destino. Todo cambia pero la esencia es la misma, indestructible, se forja el nuevo acero cada año, aguantando los golpes.

Para algunos puede sonar a pronta despedida, mucha gente son de estos escasos dos últimos años, otros me conocen de hace ya, no olvido nunca, ni tampoco de dos estrellitas que brillaron hace ya más de 10 añitos... Sois parte de esto. No se si tomarlo como despedida prematura, o como miedo a no volver, pero esto es lo que vivo cada año, y lo que no soportaría cambiar.

Gracias Griñón.

Publicado por Anónimo el domingo, agosto 19, 2012
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Jaime Cortés


Caminaba suelto, con una presencia tranquila. Con un andar quizás un poco arrítmico. Deslizó algunos de sus poco curtidos, pero no en apariencia, dedos en sentido contrario al cauce normal de su barba. Rascaba casi por inercia aquel conjunto de pelos, conjunto de carácter vagabundesco.

Estaba convencido de su libertad. Sensación afianzada por el uso de aquellos calzones. Cualquier insensato hubiese detallado la descripción de aquella pieza de anticuario con un triste: “De viejo”. Pero la prenda tenía un valor mucho más puramente gonadal. Eran símbolo de la comodidad de sus aireadas pelotas.

Solía deambular entre pensamientos, mientras se apartaba el pelo detrás de las orejas, o quizás mientras sus labios se contoneaban hasta dejar salir una pequeña lengua, la mirada perdida acompañaba a esta última. Si profería algún sonido gutural, de riguroso carácter acolegialado, era mientras suspiraba. 

Pese a todo, su mano rascó una vez más aquel símbolo de indigencia. En el fondo al trotamundos interior le era satisfactorio.


Le hubiese gustado plasmar grandes ideas y relatos en alguna hoja de cuadernillo. Le hubiese gustado la sensación del poeta romántico bajo algún árbol. Pero el aburrimiento había cesado. Tenía grandes porqués, tenía razones que cualquiera habría tachado de comunes. Algo que se notaba hasta en las miradas perdidas de su estricto sonambulismo mañanero.

Cuando surcaba el horizonte de su rutinaria vida era observado. Juzgarían una indiferencia solo apreciable en sus ropajes. Capaz de aprovechar su tiempo con la aglomeración social, creyente ferviente de las personas. Sorprendentemente humano. 


Y quien soy yo, solitario narrador, para escribir acerca de él. Incluso a mi me resulta ofensivo perturbar esa serenidad con estas palabras poco vacías.

Yo soy alguien que le conoció hace mucho, alguien que le conoció hace poco. Observador de la partida de parte de mí en una pancarta, que se alejaba entre sus manos. Un ser que sin esperarlo, ha nutrido su, dejémoslo en corriente, existencia con la pasada de este cordial extraño.

Pero dejemos al narrador que se centre simplemente en escribir acerca de un individuo de vital importancia para aquellos que le vivan. 

Supongamos por un momento que espera algún tipo de agradecimiento. “¿Agradecimiento por qué?”, diría este. Supongamos que nos da igual la respuesta pero queremos agradecer:

                Sin importarle su tiempo, él ayudaría
                Que en eso encuentra el ser
                O eso yo diría.
                Que tiene palabras para entender
    Y no es palabrería.
                Un lobo solitario donde le ves
                Al cual sin riesgo acompañaría
                Un enamorado de una mujer
                Y un enamorado de la vida
                Aun haciéndolo todo al revés,
    Aún asií, yo (24/7), agradecería


De parte de alguien que pasaba por aquí y decidió quedarse.
Publicado por Alack el viernes, agosto 17, 2012
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Etiquetas: alack, Relato 1 comentarios

Y creo que no se

The Velvet Underground - Heroin


Salgo corriendo entre la niebla. 
No esquivo los coches, estoy siendo atropellado. En mi encéfalo hay un bochorno veraniego. Va a caer una tromba sobre mis manos. Me apestan la suela de las deportivas a pierna mojada.

La razón la llevo de globo atada con filamento capilar químicamente tratado. Tijeras, por favor.

Odio que me mire mal el espejo. Soy el único con derecho a juzgarme y odio salir inocente. Me estoy sazonando los nudillos. Continúa destrozándome con esa mirada, perfil de barro. No me importaría partirme la otra mano.

Abuso del odio propio para no meterme este tiro.  Vamos, muérdeme un poco más las vísceras. Sigue intentándolo, sigue intentándolo que no quiero llegar a viejo.

El dedo corazón terso en mi mano rota no refleja la basura desperdigada por este pie del 46. Salta y duerme, que somos ratas.

Estoy mordiendo fuerte, tengo los dientes morados. Tirandome de los pelos y solo veo sangre de cerdo.
Estoy haciendo pogos tirado en el césped, pensando en aquel cenicero lleno de babas. No soy consecuente. Escupo, y entre esto y lo otro, no me queda saliva.

No se dónde he dejado su cuerpo, pero la mente me la llevo. Me voy  a dormir de su mano. Pero antes quiero dejar algo por concluido.

Estoy vomitando gasóleo. Tu gasóleo, y solo veo mecheros mientras ruedo. Esta vez le van a fornicar a vuestra noche. Encendamos la luz.

Y entonces aparece entre la niebla, con su cuerpo cortado, con sus ojos irritados. Me mira y se va.

Sigo prendiéndome fuego. ¿Dije niebla? Son mis cenizas.
Publicado por Alack el lunes, agosto 13, 2012
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Etiquetas: alack, Pensamiento, Relato 1 comentarios
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