Salgo corriendo
entre la niebla.
No esquivo los coches,
estoy siendo atropellado. En mi encéfalo hay un bochorno veraniego. Va a caer
una tromba sobre mis manos. Me apestan la suela de las deportivas a pierna
mojada.
La razón la llevo
de globo atada con filamento capilar químicamente tratado. Tijeras, por favor.
Odio que me mire
mal el espejo. Soy el único con derecho a juzgarme y odio salir inocente. Me
estoy sazonando los nudillos. Continúa destrozándome con esa mirada, perfil de
barro. No me importaría partirme la otra mano.
Abuso del odio
propio para no meterme este tiro. Vamos,
muérdeme un poco más las vísceras. Sigue intentándolo, sigue intentándolo que
no quiero llegar a viejo.
El dedo corazón
terso en mi mano rota no refleja la basura desperdigada por este pie del 46.
Salta y duerme, que somos ratas.
Estoy mordiendo
fuerte, tengo los dientes morados. Tirandome de los pelos y solo veo sangre de
cerdo.
Estoy haciendo
pogos tirado en el césped, pensando en aquel cenicero lleno de babas. No soy
consecuente. Escupo, y entre esto y lo otro, no me queda saliva.
No se dónde he
dejado su cuerpo, pero la mente me la llevo. Me voy a dormir de su mano. Pero antes quiero dejar
algo por concluido.
Estoy vomitando
gasóleo. Tu gasóleo, y solo veo mecheros mientras ruedo. Esta vez le van a
fornicar a vuestra noche. Encendamos la luz.
Y entonces
aparece entre la niebla, con su cuerpo cortado, con sus ojos irritados. Me mira
y se va.
Sigo prendiéndome
fuego. ¿Dije niebla? Son mis cenizas.
Cada día me sorprendes peor Ulick. ¿Felicidades?
ResponderEliminarBravo Rabo.