- Esa estrella fugaz brillaba demasiado, ¿No crees?.
- Era rápida, apenas la vi, bastante más que las otras.
Y de repente miro al reflejo que la luna crea en el agua. Hoy el cielo está bastante despejado, normal en estas fechas, mas raro en estos últimos días. La noche se acerca a lo que se podría llamar perfección, se contempla oscura inmensidad allá donde mires. La brisa se deja notar en las partes más sensibles, no es muy notable, pero agrada lo suficiente.
Vivo en Julio y Agosto desde antes de tener uso de razón, y pocas veces en mi vida recuerdo un momento tan apacible. 2012, 19 años, menudo viejales dirán algunos infantes. Más vieja que mis padres es la piedra que piso cada verano, cada vida. No puedo pensar en irme, porque no puedo dejar de pensar si no volveré. Muchos dirán que Griñón no es más que un pueblo, en efecto, para muchos, no es más que un pueblo.
Cuando oigo Griñón oigo más que una palabra, oigo mis recuerdos. Cada chapuzón, cada tiro a canasta, cada curva en la bici, cada noche de luna, cada estrella en el cielo. Esas estrellas son otras ahora, sorprendentemente a año que pasa, persona que conozco, hasta yo mismo me extraño de que tras 19 años siga pasando eso, como un reloj suizo, cuyas manecillas avanzan sin dejar paso a dubitaciones. Cada vez que estoy aquí, soy simplemente feliz, y eso es lo que marca la jodida diferencia entre oír una palabra, o pensar en un millón de sentimientos que cada año dejo aquí para recoger al julio siguiente. Hasta que no hay julio siguiente...
Me es imposible asumir lo que mi cabeza no deja de repetir, puede que no vuelva a vivir un verano como los que mi vida y mi familia me han regalado todos estos años, no puedo dejar de pensar que la piedra angular de lo que es mi vida y mi forma de ver las cosas desaparecerá, mi momento de paz, de diversión, de reflexión, los veranos son algo más que días en los que no haces nada. Son algo más que playa, que piscina, que calor.
Desde que rompí aquel piloto de aquel coche oscuro en aquella calle soleada delante de aquel hombre que tendría aquel hijo que es el amigo más fiel y sincero que tuve jamás. Desde aquellos 4 añitos con las bicis rodando como estrellas fugaces entre la noche en una infinidad de caminos que nos parecían recorrer una simple calle, hasta estas noches de bajar en coche al parque a jugar a las cartas. 15 años marcan la diferencia entre unos amigos, y nosotros. No concibo llegar la primera tarde de verano y no encontrar ese puño para chocar, para dar inicio a cada año. Pero todavía nos queda mucho que decir.
Los años pasan y cada vez veo menos probable volver a lo de siempre. Todo va cambiando, pierdes a tu fiel corcel y las travesías por el desierto se hacen más duras, pero no esquivas tu destino. Todo cambia pero la esencia es la misma, indestructible, se forja el nuevo acero cada año, aguantando los golpes.
Para algunos puede sonar a pronta despedida, mucha gente son de estos escasos dos últimos años, otros me conocen de hace ya, no olvido nunca, ni tampoco de dos estrellitas que brillaron hace ya más de 10 añitos... Sois parte de esto. No se si tomarlo como despedida prematura, o como miedo a no volver, pero esto es lo que vivo cada año, y lo que no soportaría cambiar.
Gracias Griñón.
No hay comentarios:
Publicar un comentario