Siempre te han enseñado a obedecer, ya sea a alguien o a ti mismo; algunos hemos tenido problemas con esto. Algunos no hemos obedecido nunca, o al menos nunca en el entendimiento. Nada de lo hecho ha sido porque no lo creyese, más allá de ser impuesto como necesario u obligado. Pero esto es una reflexión espontánea, algo que determinas tras haber actuado. No se si de verdad creo todo lo que digo, si volvería a hacer todo lo que he hecho. Prefiero pensar que sí, aunque las equivocaciones evidentes sean, además, inolvidables.
Siempre he creído en el lado bueno de todo lo dicho, hecho o pensado. Esto no significa que lo que haga está bien o mal, esto significa que creo en lo que digo, hago o pienso. Y esto es lo que más aprecié de la gente siempre.
Encontraremos siempre a gente con ideas equivocadas, pero ahí hay algo apreciable: tienen ideas. Aprecio mucho más a gente con ideas propias, bajo mi concepción equivocadas, que ha todos esos cuerpos de la masa.
Lo mismo me pasa con distintas situaciones en la vida, como en el caso de la política. Siempre valoré más a una persona con fuertes ideales a todos aquellos que son incapaces de posicionarse. Esos ideales pueden ser considerados buenos o malos, pero ya son algo importante.
Sin embargo en esto de los ideales hay problemas. A veces los ideales nos hacen cometer actos equivocados.
Existen muchas personas con ideales fuertes como el hierro, personas cercanas a los extremos, cuyos métodos serían juzgados como incorrectos, por lo menos. Pero si te paras a pensarlo, es todo una cuestión de educación.
Todos seríamos capaces de hacer las más inhumanas atrocidades por aquello que nos importa, incluso por cosas que no nos importan demasiado. Pensar que no, es un engaño. Ojala todos pudiésemos cumplir esos pensamientos de posicionarnos por encima de aquellos que pierden la humanidad que poseen, pero el caso es que si sus actos nos afectasen, nosotros la perderíamos del mismo modo en nombre de unas ideas.
Con la educación que hemos recibido, y que no hemos sabido o podido apartar de nuestro pensamiento, todos clamaríamos justicia si hiciesen daño a un familiar. Algunos matarían, otros buscarían que esa persona sufriese. Nada de esto sirve, pero todos nos rebajamos a la categoría de animales en una situación así.
Negarse a esto es ser un hipócrita, es engañarse a uno mismo.
La educación es la verdadera arma de destrucción masiva, es capaz de crear, modificar y destruir ideales. La educación juega con aquello que de verdad mueve a la gente, nada de sentimientos ni demás formalidades. Es todo una cuestión de los ideales que se poseen.
He dicho que esas ideas es lo que más aprecio de las personas, y no reculo cuando llego a estas conclusiones de que a través de la educación estas pueden imponerse hasta el punto de arraigarlos en una persona. No echemos la culpa a las personas que cometen atrocidades en nombre de sus ideas. Echémosle la culpa a la educación que han recibido, y en cuya creación hemos contribuido en muchas ocasiones. No eches la culpa de un atentado a un radical islamista, échale la culpa a la educación que ha recibido, échale la culpa a la educación que te va a hacer odiarle si en ese atentado ha muerto un familiar tuyo.
Todos nosotros estamos metidos hasta el cuello en esto, la educación que hemos recibido ya está demasiada arraigada en nosotros. Decir lo contrario es ser hipócrita.
Y yo, yo soy el más hipócrita que conoceréis, y por el hecho de decir esto, también soy a la vez el que menos.
Mierda de vida
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