¿Qué es esa sensación?
- Tío, no sé qué me pasa, necesito...
- Necesitas dos hostias -Interrumpió mi colega-.
Sí, es esa sensación.
Me siento delante del ordenador, abro un archivo nuevo del correo. "Genial, más ejercicios de álgebra...", pensé. Abro el cuaderno y empezamos con ello. Pero mi cabeza está en cien sitios distintos, por más que muevo el bolígrafo no dejo de pensar con ojos en los que se avecina lluvia, como si lo viera. "¿Quién es? ¿Por qué no me concentro?". La ira me inunda ante la falta de disposición a completar la tarea. Pero en realidad no es el "quién", sino el "por qué" lo que me colapsa.
¿Por qué no puedo dejar de pensar en que cuando más quiero algo, peor me lo monto para conseguirlo? Ahí entra esa sensación, esa sensación sobre la que me habló aquel vagabundo... "Necesitar es el primer paso para fracasar, evade esa sensación, no necesitas nada, nunca". ¿Me bastará con esa autosuficiencia para no preocuparme por el cómo ni el por qué? No...
Mierda, han pasado cuarenta y cinco minutos y sólo he hecho cuatro ejercicios. Mi cerebro me debe una explicación. Pero a quién quiero engañar, si ni siquiera yo las doy. La tarde se antoja improductiva, al menos en el ámbito académico. "¿Quién es?", esa pregunta está anclada en mi cerebro, no me abandona, no consigo expulsarla ni con agua caliente, como se suele decir. Quiero solucionar esta mierda de sensación de que necesito hacer algo, necesito conocer a esa persona ya. Necesito meterme en sus entrañas, en su sótano y saberlo todo, qué piensa, cómo piensa. Necesito hacer la mía, soy infalible.
- Tío, necesito...
- Necesitas otro par de hostias.
Joder, sí, puto Ulick, tiene razón, como siempre. Creo que empiezo a entenderlo.
Pero es duro levantarse cada día y comprobar, en un mar de dudas, que no conoces a esa persona, por mucho que la ves, la lees, la escuchas, no eres capaz de meterte en su mente, no eres infalible. Y utilizas mil excusas en forma de entes externos para autojustificarte frente a tu incapacidad de saber nada. Joder, así no hay quien estudie. Dejo el bolígrafo un momento, me siento y que suene "Lady Brown".
La puerta de mi habitación está de par en par, pero no es la de mi casa, sino la del pozo. El pozo de mis dudas, el sótano de mis mierdas. Y vuelvo a creer que necesito quitarme esa sensación de encima pero nada, me siento un ser inerte e inútil. "Creo que he comido demasiados macarrones... Voy a tener que ir a hacer una entrega especial". Así que me levanto sin muchas ganas y camino hacia el baño, pero extrañamente, la puerta de mi habitación también está abierta, y yo siempre la cierro, y nadie más está en casa. ¿Por qué no la he cerrado hoy?. No me preocupa, voy al baño y fuera, que no estoy para gilipolleces. Enciendo la luz y un escalofrío me recorre de arriba a abajo, parando en el estómago, mis ojos se abren en una mezcla de miedo y sorpresa, mi boca tiembla. Lo estaba viendo. Era un demonio. No pude ni reconocer lo que estaba viendo en el espejo, ahí tuve la respuesta.
La respuesta no era otra que cambiar la pregunta. ¿Quién es? No...... ¿Quién soy?
No hay comentarios:
Publicar un comentario