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New Ham Times

"A falta de una imagen, buenas son las mil palabras."

Máquina o no.

Seguía mirándola. Recordando la parafernalia que solían provocar miradas de ese tipo. Cogió una moneda del suelo y se fue, cruzando un atardecer mediocre.

Con el cableado intelectual supurando ideas. Ella atrás. En los caminos de hoy día no puedes encontrar muchas piedras, pensó. Siempre hay una ingeniosa creación humana encargada de asfaltar, allanar o algo similar.

Si de otro momento de su linea vital se hubiese tratado, alguna fuerza, casi mística, lo habría hecho retroceder. Pero esta ocasión era especial. Era la última de una serie de ocasiones especiales todas iguales.

Estaba siendo consciente de su haber caído en la rutina de no caer en la rutina. La solución encontrada: simplemente no caer.
Hay perdiciones que nos hacen encontrarnos por un módico precio. Fue algo entre la sonrisa y la  ilusión lo que esbozó.

Los relojes marcha atrás, buscando un tiempo anterior. Él hacia adelante, sin esperar mucho,  sin esperar poco. El Sol daba vueltas mientras él caminaba por fuera del círculo. Proyectándose varios cientos de sombras de los yoes que formaban a ese buscador de nadas.

Adelantando sus pasos a la trayectoria de sus ojos, atisbó otra, de nuevo. Una máquina tragaperras reluciente.

Se estremeció. Cada uno de sus músculos se endurecieron, pero su fábrica de ideas se sobreactivó. No quería volver a aquello, pese a que la situación le otorgaba un "puedes" casi único.

Justo cuándo iba a retroceder, brilló su "yo" interior. Él no era de dar marcha atrás. Recordó la moneda que se había cruzado en el camino la última vez y asumió que, en cualquier caso, todo eran ganancias.

Respirando normal, tranquilamente, despidiéndose de eso que creía que le salvaba la vida, empezó una nueva perdición. Asumiendo que en ciertos puntos, solo hay ganancias.

Soltó la moneda. Allí se encontraba, frente a esa máquina puramente humana que podría contener un premio gordo. O simplemente, no contenerlo.


Las metáforas, a veces, hablan de máquinas tragaperras o, a veces, de una mujer, de un hombre o incluso de una vida. La intriga la pone el  escritor para sí mismo. Las conclusiones las pone el lector, también para sí mismo.
Publicado por Alack el domingo, diciembre 30, 2012
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Asfaltando.


Nos gustó ahogarnos. Mientras, seguimos sudando. Y es ese sudor, brillante y ligero, el que va abriendo camino.

Con estos dedos sudorosos que van transparentando la piel que surcan.

Emborronándote con el alquitrán de alrededor de tus ojos, besando tu mi adoquinado rostro. Desenredando mi descuidado cabello de esas finas pestañas.

Una vibración lumínica en cada farola por cada titubeo, por cada temblor de mi mano rasgando esa cadera.

Las palabras, que en mi oreja susurras, como vapores nocturnos del alcantarillado. Capaces de serenar mis siempre desorbitadas esferas oculares.

Entonces arremetes contra los ya perturbados labios de este maníaco. Y necesito mirar, con mi destartalada visión. Necesito no pensar este rato. Voy descifrando ese pecho que se me antojaba en sueños antaño prohibidos.

Con ese rostro girado, que me muerde directamente en las ganas de morderte, en las ganas de ensuciar ese orgulloso cuello.

Quiero que sigas ensuciando estos dientes, deseo desdentarme contra tu cuello, porque deseo desgastarme en tu lengua.

Pero ahora tenemos que esfumarnos el uno del otro. Empezando a tiritar según va cesando la irrealidad que habíamos formado.

En la acera nacen ya los primeros rayos de sol. 
Publicado por Alack el lunes, noviembre 12, 2012
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Inspiración hecha pedazos (III)


A veces me río solo y a veces las carcajadas se ríen de mí. Vomitadas se me escapan y me abrasan la garganta.


A veces me da pánico mi respiración.
Temo romperme, explotar en cien mil pedazos. Infectar todo lo que me rodea de mi propia mierda.

Necesitar, el compás arrítmico de nuestras respiraciones.

Pienso en todo y a la vez en nada. Masticando puñales. 

Cada vez que escupo amor y tú no estás, me siento sucio y vacío. Enfermo.

Me excito, sí.
Me excito solo,
al abrigo del silencio.
A tu sombra.

Ojalá.

Pienso que me abrazas, que no dejarás que te suelte. Me prometes no irte jamás. Me mientes.

Me miento.

Acabo siempre agarrado a la barra de un bar, ¿sabes? 
El cálido tacto del vidrio en mi mano me hace sentir bien.

Cada anochecer me suicido y cada amanecer resucito.

Sangrando alcohol. Bañado en sudor. Quemado por dentro. Entumecido y podrido me encuentro. Solo. 

Sin nadie. 


Sin ti.

El vaho en mis ojos me nubla la vista. Ruido. Se me escapa tu voz. Se apaga el calor de mi pecho.

Se avecina tormenta.

Preñado de miedo. Atado a la cola de la sinrazón, me encuentro, perdido.
Nubes negras empapan mis mejillas. 


Se desdibujan los nervios de mis dedos. De que me sirven ya si no pueden enredarse en tus ríos de plata brillante y fina. 

Y todo porque a veces quiero ser yo, pero no puedo.

Dejar de amarte. Dejar de buscarte. Entonces apareces, cuando menos se te espera. Siempre.

Siempre.

Delirios de un demente. Desapareces evaporada en fantasma herido de muerte.

Devorado por el viento. Te lo llevas todo y me dejas desolado, sin nada.

Como si alguna vez hubiera tenido algo.

Tú.

Emborrachadas las farolas, me llueven los tiestos y me pisan los charcos.

Sollozando bromeo, indiferente al impacto. Siento el aroma del suelo.


Publicado por Cabeza de Turco el miércoles, octubre 03, 2012
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Danza Carmesí


- No van a molestarnos más, te lo prometo.
- ¿Cómo puedes estar tan seguro? – Se apartó de golpe del torso desnudo de su acompañante.
- ¿Desde cuándo prometo en vano?
- Odio que respondas con otras preguntas.

Esta vez se acercó el.

- Vamos relájate. Estamos solos. Ahora mismo no le interesamos a nadie.
- Mírame y dime qué ves. – Tras recogerse el pelo con una desgastada goma, se puso enfrente de él, con el  rostro ridículamente serio.
- Tienes que dejar de ver esas estúpidas películas de amor. – Con una risilla ladeó la cabeza y mientras retorcía algunos pelos de su  perilla comenzó a decir: - Veo unos terribles labios rojos. Veo unos ojazos que arrastran unas ojeras aún mayores.
- ¡Qué te jodan! 

Arremetió contra ella tan súbitamente que esta pensaba que sus labios se iban a partir. En cuestión de segundos estaban otra vez en el suelo. 

- Se lo que has sufrido…
- No te compadezcas de mí, yo no lo hago. Además, tú tampoco lo has tenido fácil.
- No soy ninguna princesita – Dijo incorporándose. – Aún así, mírate. Tu mirada grita necesitar descansar para siempre.
- Al contrario que la tuya. 

En la mente de aquel perturbado se dibujaba la figura de la mujer que tenía delante, con un aspecto casi celestial. La piel de la fémina cobraba una textura cristalina, brillante, que reflejaba todo el espectro lumínico de la triste lámpara que iluminaba el cuarto. Y esos labios que fulguraban en un rojo rabioso, al igual que algo en su cabeza y su pecho. Pensó que de acercarse quedaría calcinado. Estaba deseando intentarlo.

- Se justamente lo que piensas, y no. No soy ninguna divinidad. – Se puso de pie. Se acercó a la mesilla del motel y apartando varios inservibles objetos del desordenado cajón, sacó un cuchillo. – Quiero  que veas cómo sangro.

Pese a que aquel cuchillo parecía absolutamente desafilado, se deslizó por la muñeca de la mujer, quién pareció no inmutarse, de manera firme y arrastrando un fluido de sangre brillante. 

- ¿Por qué lo has hecho?
- ¿Qué vas a hacer ahora?
- Voy a hacértelo hasta que mueras desangrada.

De nuevo se abalanzaron uno contra el otro. Sumidos en esa peculiar danza carmesí. A punto de expirar. A punto de renacer.
Publicado por Alack el lunes, agosto 20, 2012
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Mi vida la vivo en el sitio donde no vivo.


- Esa estrella fugaz brillaba demasiado, ¿No crees?.
- Era rápida, apenas la vi, bastante más que las otras.

Y de repente miro al reflejo que la luna crea en el agua. Hoy el cielo está bastante despejado, normal en estas fechas, mas raro en estos últimos días. La noche se acerca a lo que se podría llamar perfección, se contempla oscura inmensidad allá donde mires. La brisa se deja notar en las partes más sensibles, no es muy notable, pero agrada lo suficiente.

Vivo en Julio y Agosto desde antes de tener uso de razón, y pocas veces en mi vida recuerdo un momento tan apacible. 2012, 19 años, menudo viejales dirán algunos infantes. Más vieja que mis padres es la piedra que piso cada verano, cada vida. No puedo pensar en irme, porque no puedo dejar de pensar si no volveré. Muchos dirán que Griñón no es más que un pueblo, en efecto, para muchos, no es más que un pueblo.

Cuando oigo Griñón oigo más que una palabra, oigo mis recuerdos. Cada chapuzón, cada tiro a canasta, cada curva en la bici, cada noche de luna, cada estrella en el cielo. Esas estrellas son otras ahora, sorprendentemente a año que pasa, persona que conozco, hasta yo mismo me extraño de que tras 19 años siga pasando eso, como un reloj suizo, cuyas manecillas avanzan sin dejar paso a dubitaciones. Cada vez que estoy aquí, soy simplemente feliz, y eso es lo que marca la jodida diferencia entre oír una palabra, o pensar en un millón de sentimientos que cada año dejo aquí para recoger al julio siguiente. Hasta que no hay julio siguiente...

Me es imposible asumir lo que mi cabeza no deja de repetir, puede que no vuelva a vivir un verano como los que mi vida y mi familia me han regalado todos estos años, no puedo dejar de pensar que la piedra angular de lo que es mi vida y mi forma de ver las cosas desaparecerá, mi momento de paz, de diversión, de reflexión, los veranos son algo más que días en los que no haces nada. Son algo más que playa, que piscina, que calor.

Desde que rompí aquel piloto de aquel coche oscuro en aquella calle soleada delante de aquel hombre que tendría aquel hijo que es el amigo más fiel y sincero que tuve jamás. Desde aquellos 4 añitos con las bicis rodando como estrellas fugaces entre la noche en una infinidad de caminos que nos parecían recorrer una simple calle, hasta estas noches de bajar en coche al parque a jugar a las cartas. 15 años marcan la diferencia entre unos amigos, y nosotros. No concibo llegar la primera tarde de verano y no encontrar ese puño para chocar, para dar inicio a cada año. Pero todavía nos queda mucho que decir.

Los años pasan y cada vez veo menos probable volver a lo de siempre. Todo va cambiando, pierdes a tu fiel corcel y las travesías por el desierto se hacen más duras, pero no esquivas tu destino. Todo cambia pero la esencia es la misma, indestructible, se forja el nuevo acero cada año, aguantando los golpes.

Para algunos puede sonar a pronta despedida, mucha gente son de estos escasos dos últimos años, otros me conocen de hace ya, no olvido nunca, ni tampoco de dos estrellitas que brillaron hace ya más de 10 añitos... Sois parte de esto. No se si tomarlo como despedida prematura, o como miedo a no volver, pero esto es lo que vivo cada año, y lo que no soportaría cambiar.

Gracias Griñón.

Publicado por Anónimo el domingo, agosto 19, 2012
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Jaime Cortés


Caminaba suelto, con una presencia tranquila. Con un andar quizás un poco arrítmico. Deslizó algunos de sus poco curtidos, pero no en apariencia, dedos en sentido contrario al cauce normal de su barba. Rascaba casi por inercia aquel conjunto de pelos, conjunto de carácter vagabundesco.

Estaba convencido de su libertad. Sensación afianzada por el uso de aquellos calzones. Cualquier insensato hubiese detallado la descripción de aquella pieza de anticuario con un triste: “De viejo”. Pero la prenda tenía un valor mucho más puramente gonadal. Eran símbolo de la comodidad de sus aireadas pelotas.

Solía deambular entre pensamientos, mientras se apartaba el pelo detrás de las orejas, o quizás mientras sus labios se contoneaban hasta dejar salir una pequeña lengua, la mirada perdida acompañaba a esta última. Si profería algún sonido gutural, de riguroso carácter acolegialado, era mientras suspiraba. 

Pese a todo, su mano rascó una vez más aquel símbolo de indigencia. En el fondo al trotamundos interior le era satisfactorio.


Le hubiese gustado plasmar grandes ideas y relatos en alguna hoja de cuadernillo. Le hubiese gustado la sensación del poeta romántico bajo algún árbol. Pero el aburrimiento había cesado. Tenía grandes porqués, tenía razones que cualquiera habría tachado de comunes. Algo que se notaba hasta en las miradas perdidas de su estricto sonambulismo mañanero.

Cuando surcaba el horizonte de su rutinaria vida era observado. Juzgarían una indiferencia solo apreciable en sus ropajes. Capaz de aprovechar su tiempo con la aglomeración social, creyente ferviente de las personas. Sorprendentemente humano. 


Y quien soy yo, solitario narrador, para escribir acerca de él. Incluso a mi me resulta ofensivo perturbar esa serenidad con estas palabras poco vacías.

Yo soy alguien que le conoció hace mucho, alguien que le conoció hace poco. Observador de la partida de parte de mí en una pancarta, que se alejaba entre sus manos. Un ser que sin esperarlo, ha nutrido su, dejémoslo en corriente, existencia con la pasada de este cordial extraño.

Pero dejemos al narrador que se centre simplemente en escribir acerca de un individuo de vital importancia para aquellos que le vivan. 

Supongamos por un momento que espera algún tipo de agradecimiento. “¿Agradecimiento por qué?”, diría este. Supongamos que nos da igual la respuesta pero queremos agradecer:

                Sin importarle su tiempo, él ayudaría
                Que en eso encuentra el ser
                O eso yo diría.
                Que tiene palabras para entender
    Y no es palabrería.
                Un lobo solitario donde le ves
                Al cual sin riesgo acompañaría
                Un enamorado de una mujer
                Y un enamorado de la vida
                Aun haciéndolo todo al revés,
    Aún asií, yo (24/7), agradecería


De parte de alguien que pasaba por aquí y decidió quedarse.
Publicado por Alack el viernes, agosto 17, 2012
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Y creo que no se

The Velvet Underground - Heroin


Salgo corriendo entre la niebla. 
No esquivo los coches, estoy siendo atropellado. En mi encéfalo hay un bochorno veraniego. Va a caer una tromba sobre mis manos. Me apestan la suela de las deportivas a pierna mojada.

La razón la llevo de globo atada con filamento capilar químicamente tratado. Tijeras, por favor.

Odio que me mire mal el espejo. Soy el único con derecho a juzgarme y odio salir inocente. Me estoy sazonando los nudillos. Continúa destrozándome con esa mirada, perfil de barro. No me importaría partirme la otra mano.

Abuso del odio propio para no meterme este tiro.  Vamos, muérdeme un poco más las vísceras. Sigue intentándolo, sigue intentándolo que no quiero llegar a viejo.

El dedo corazón terso en mi mano rota no refleja la basura desperdigada por este pie del 46. Salta y duerme, que somos ratas.

Estoy mordiendo fuerte, tengo los dientes morados. Tirandome de los pelos y solo veo sangre de cerdo.
Estoy haciendo pogos tirado en el césped, pensando en aquel cenicero lleno de babas. No soy consecuente. Escupo, y entre esto y lo otro, no me queda saliva.

No se dónde he dejado su cuerpo, pero la mente me la llevo. Me voy  a dormir de su mano. Pero antes quiero dejar algo por concluido.

Estoy vomitando gasóleo. Tu gasóleo, y solo veo mecheros mientras ruedo. Esta vez le van a fornicar a vuestra noche. Encendamos la luz.

Y entonces aparece entre la niebla, con su cuerpo cortado, con sus ojos irritados. Me mira y se va.

Sigo prendiéndome fuego. ¿Dije niebla? Son mis cenizas.
Publicado por Alack el lunes, agosto 13, 2012
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Más amargo se torna el suelo



Sobre el reflejo del charco de orines, se difuminó el paso de aquellos tacones, perturbado por sus botas acartonadas. Lleva tanto tiempo esperando, tanta vuelta de reloj paseando. El horizonte huele y su perfume se nubla.

Y apretó los dientes.

Relajado, comprando una cerveza a aquel hindú. Esta vez se la bebería. Como ya se la bebieron a ella.

Cambio de planes. Más amargo se torna el suelo.

Apestaba a su vómito. Apestaba a sus lágrimas. “¿Cual es cual?“ “Dejadme en paz malditas niñatas.” “¿Viene o no viene?”  Estaba divagando.

Siempre la misma ciudad. Siempre el mismo pelo. Siempre el mismo rímel.

Nunca se había drogado. Se mordisqueaba el brazo. Se dejaba hipnotizar por las farolas para que la luz no le dejase verla.

Esos niños no crecerán sanos. No si crecen dependiendo de alguien como ella.

- Me duelen los huevos
- ¿Quiere comer algo?
- ¿No ves qué me estoy meando encima?


¿Cuántos navajazos caben en sus brazos? Tantas como entradas en su diario.

No sé escribir, cierro los ojos y dejo que la mugre de mis dedos surque líneas en paredes blancas.

Intentó un alunizaje craneal contra el tan visitado portal. El magenta en su rostro le afeaba.  De una patada se tumbó a sí mismo. Crujió la articulación de su codo y con sus amorcillados dedos dejó aquel papel.

Soy el vagabundo ebrio de tu avenida, que cada vez que pasas por delante, coge y se suicida.

Y se fue.  Cruzándose en el camino de los gatos negros.

Con el caminar del que golpea el asfalto cada amanecer. Con las ganas de morir que dejó ese escote lleno de manos. 

Relamerse el bigote y recordar que habrá mañana para desayunar.
Publicado por Alack el sábado, julio 14, 2012
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Desde el refugio de plomo


La noche se había estrellado contra la tierra. Las esponjosas nubes del día habían mutado a unas escarpadas manchas grisáceas bajo la luz de aquel imperfecto círculo blanco. En aquel ambiente muerto, no flotaba nada. La urbe se estremecía, gritaba, como siempre.

Observando desde su refugio de plomo, estaba él. Esperando mientras colocaba su atuendo.


Nadie precisaba de su presencia. No fue llamado por ningún foco con su símbolo de identidad, si es que tenía alguno. En lugar de la llamada de algún alto cargo, requiriendo de sus servicios, un par de llamadas de su querida madre.

Se levantó de aquella cama, las lágrimas habían dejado paso al odio. Llevaba aquel traje, aquella vestimenta que le recordaba, noche tras noche, el por qué. Una blusa, con unas inscripciones en el pecho derecho, y aquellos pantalones varias tallas mayores de la necesitada por su cintura.

De nada le serviría evitar que reconociesen su rostro. Estaba marcado.

No paraba de pensar en ello. Podría salir y hacer uso de aquellos tortuosos dones. Sin duda era un peligro para aquellos, también, desgraciados.


Bastaba con unos minutos cerca de un varón para convertir sus genitales en un cementerio colgante. El mismo tiempo que los óvulos de una hembra quedaban irradiados, inútiles, muertos.

Niños, aquellos a los que todos ven inocentes por su aspecto. Él podía eternizar eso, podía acabar con el crecimiento de aquellos indefensos iguales.

Un roce, quizás un intercambio de saliva, con una mujer hospedando un embrión, para hacer que este adquiriese mil tipos de malformaciones o tumores. La inducción de abortos parecía el más horrible de sus poderes.


Ni arañas mutantes, ni orígenes alienígenas, ni años basados en el aprendizaje de técnicas de lucha ocultas. Sus capacidades provenían de una simple y pequeña pastilla. Un recipiente de Yodo 131. Lo mismo que le salvaba, le condenaba. Convertido en aquel peligro, o morir.

¿Su criptonita? Los caramelos de limón. Le hacían expulsar su radiación en forma de saliva. 

Estos caramelos y el ir repetidamente a orinar. Eran los recordatorios de que aquella maldición, era temporal. Tan temporal como el tiempo sin ella.


Volvió a sentarse en aquella cama. Recordó la mampara de plomo a través de la cual le servían la comida. Recordó lo que podría ser de la enfermera que se olvidase de estas precauciones tomar. Se sintió un monstruo.

Nada que ver con superhéroes justicieros o supervillanos consumidos por el odio. Tenía 12 años. Tenía sueño. Tenía miedo.

Aún permanecería varias noches en aquella habitación de aislamiento. 

Miró de nuevo por la ventana de cristal doble, quedaban varias horas para que aquel gigante de luz volviese a iluminar la habitación. Quedaban horas para que la programación infantil volviese a la televisión.


Se puso los guantes, y cogió el teléfono. Tenía miedo. Quería escuchar la voz de mamá.
Publicado por Alack el lunes, junio 04, 2012
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Inspiración hecha pedazos (II)


A veces desearía, que de hielo fuera mi cuerpo, y que un cristal impenetrable fuera mi corazón.

Me da igual todo lo demás. Que le den al tiempo, que le den al viento, no necesito ni respirar.


Necesito el aroma de tu pelo, el calor de tu voz en mis huesos, tus caricias en mi piel, tus besos.

A veces me arrepiento. Entonces me desvanezco. No es que me desmaye, simplemente, desaparezco.


Te odio.


Prefiero, ante miles de años de amistad, miles de noches de intimidad. Húmedos y desnudos, juntos, unidos, enredados entre las sábanas, gemidos que arañan, mientras atrapo tus cabellos con mis dedos.

Soledad.


Perdido en las profundidades de tu belleza. 
Cautivo de tus ojos, girasoles marrones quemados por los bordes, con los colores del Sol más resplandeciente. 
Prisionero de tus labios de fuego, tan ardientes que abrasan hasta el frío miedo que domina este agarrotado y feo corazón.

Hecho de piedra, tan pesado cada latido que prefiero no sentirlos. 
Intentaría quemar cada día de mi vida, contigo. 
Y nunca volver a dormir. Nunca volver a soñar. Nunca volver a amar. Te. Negar la realidad.

Jamás lo hice, pero sonaba tan bien.


Sé que mentir no es mi fuerte.

La cama no está hecha para mi desvelo por tu anhelo.

Deseo encontrarte en mis sueños pero, cuando quiero, no puedo. Siempre corres más deprisa que yo.


Desconocidos.

Tal vez, quizás, nunca fuéramos hechos para estar juntos.
Publicado por Cabeza de Turco el domingo, mayo 27, 2012
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Mistakes


After a vague effort when I get to raise my head and look ahead, life stops in front of me with whips flogging me which leave a trace on my skin, reminding me once again that I'm just a piece of meat. Some marks heal soon. Others never. And those that endure are those that remind us that to avoid the blow it's necessary to move away.

After a moment of reflection, I stop and I'm about to observe every passerby, analyzing every little movement and I surprise myself when I discover the confidence with which they walk. Ironically, those are the ones with the body covered with lashes. I continue on my way with an eye on the floor again and a new thought round and round in my head: wretched naives...
Publicado por Dakozu el lunes, abril 23, 2012
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Todo cambia mientras nada cambia.

La historia no es nada más que un ciclo, todo se repite ante nuestra inocente mirada. La misma luna que te vio reír, hoy te ve llorar. El mismo olor a húmeda vida, que antaño era la fragancia de la alegría, sacude tu olfato cuando menos te apetece vivir, cuando llueve sobre mojado.

Nada cambia mientras todo cambia. Vuelves a ver el mismo paisaje que te brindaba la infinita belleza que tu querías ver, pero sólo quieres verlo destruido. ¿Por qué el mundo no puede sentir mi rabia?

Luna imperiosa, aquí te alzas entre mis incertidumbres, déjame apreciar la luz que me guíe hacia la felicidad. Brilla en mi primer día y muéstrame que el camino correcto es el que yo quiera recorrer. Muéstrame si estoy en la senda correcta, o si ando en sentido opuesto.

Huélelo, humedad, la lluvia, aquí está, cayendo sobre mi inmisericorde, borrando con su fuerza todo ápice de esperanza, gota a gota, golpe a golpe. Pero quiere ser vencida, quiere dar paso al sol de mi mirada, a la luz de mis ideas y mis sentimientos.

Yo elegí lo que quise ser, y yo elijo lo que quiero ser. Yo soy el que recorre este camino en el que vale la pena llegar hasta el fin, contigo. Lo tengo claro, esta luna, estas nubes, esta lluvia, vosotros, yo, tú... Todos habéis sido testigos de una historia que lejos de repetirse, evoluciona hacia mi felicidad, porque la he alcanzado y sois testigos.

Se puede cambiar la historia, puedes romper el ciclo, puedes vencer a la lluvia, puedes ser la fuerza que quieras imaginar, puedes romper muros, puedes abrir mentes, puedes, simplemente puedes, porque todo cambia mientras nada cambia.
Publicado por Anónimo el lunes, abril 02, 2012
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¿Sueños?

Últimamente no puedo dejar de sentir que hay cosas que se me escapan. He olvidado lo que son los sueños. Ni si quiera sé si alguna vez supe lo que eran. Está claro que sean lo que sean es algo extremadamente complejo que, una vez más, no logro comprender.

Siempre he pensado que eran pequeñas ideas que se almacenaban en nuestra cabeza sin que nosotros nos diésemos cuenta, ideas sobre algo que nos haya pasado estando despiertos, pero no sé, a veces parece que no tienen nada que ver. Seguramente lo peor de todo es que nuestra mente termina borrándolos de nuestra cabeza, terminamos por no acordarnos a los 10 minutos de estar despiertos; o esa sensación que se te queda cuando piensas que se te olvida algo y lo que ocurre es que mezclas parte de tu sueño con la propia realidad, no tengo ni idea.

Descartes con su duda metódica decía que para conocer la verdadera realidad era necesario tener en cuenta tres factores fundamentalmente: el conocimiento confuso que proporcionan los sentidos, la existencia de un posible genio maligno que nos induce a error y la imposibilidad de distinguir entre sueño y vigilia...

En este último apartado decía que lo único que se libraba eran las matemáticas, porque estando dormidos o despiertos dos más dos seguirían siendo cuatro.

Puede que a Descartes se le hubiese olvidado pensar que, a lo mejor, todo esto es un sueño, un sueño en el que tenemos sueños, y que las matemáticas no son más que un producto del subconsciente, al igual que lo son los duendes cuando sabemos que los estamos soñando. Puede, entonces, que nada de lo que vemos sea real y que estemos en alguna especie de Mátrix o algo así, no sé, cada uno puede pensar lo que quiera...

A mí me gusta pensar que cada sueño es una visión de una de nuestras vidas paralelas, en mundos paralelos, y que algún yo, en algún lugar, estará soñando conmigo escribiendo esta entrada...
Publicado por Dakozu el lunes, enero 23, 2012
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Etiquetas: Dakozu, Pensamiento 0 comentarios
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