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New Ham Times

"A falta de una imagen, buenas son las mil palabras."

Evolución del pensamiento conforme escribo.

El punto de no retorno. Ese momento en el que pensamos que hemos derrotado al pasado. Que hemos conseguido ser quienes queremos ser. Que los fantasmas que nos atormentaron han desaparecido por siempre.

Siempre me he marcado como objetivo llegar a ese punto. Aprender de todos los errores cometidos, vencer las desilusiones que me he llevado. Y sobre todo valorar aquello que conseguí con esfuerzo y valentía. Pero falta algo, no se qué es, pero falta algo. Aquel tierno infante que aprendió a pensar fríamente, que supo levantarse de las caídas y aguantar las hostias, creyó llegar a la cima más alta de la cordillera de su mente. Mas no hizo falta mucho tiempo para caer otra vez, y otra vez, y otra vez...

¿Qué fallaba? ¿Débil mentalidad? ¿Cobardía ante las duras decisiones? ¿Por qué ese niño no era capaz de estabilizar sus pensamientos, y correr hacia sus objetivos con tanto ímpetu como seguridad?

Ese niño se hizo hombre, aprendió, luchó, supo cómo actuar en los momentos difíciles, sabía seleccionar sus batallas. Noche tras noche se forjaba en su mente la vida que imaginaba. Se acabó la cobardía, se acabó la inseguridad, se acabó. Quizá demasiado tarde, quizá en el momento justo. Todo le sonreía, pero... ¿Había llegado al punto de no retorno?

Hoy mi alma aprende de la voz de los grandes. Hoy que la felicidad que busca, que por fin me acompaña en mis pasos, la alegría que me esquivaba se palpa en mis dedos. La almohada es mi aliada cada noche, aprendí de sus consejos. Venció el optimismo. Tras muchas reflexiones temporales, cuando la luz se encendió y dió salida a los sentimientos que me habitan y a los buenos recuerdos que conservaré. Intenté lo mejor, y conseguí el éxito. Se forjó una mente fría y segura, alzando pequeños ápices de sabiduría. Pero, ¿qué pasa ahora? Todo parece idílico, superas obstáculos y la gente que te rodea te aprecia. Pero hay algo que te persigue, no te deja, te acorrala, te tiene secuestrado... Esa niñez superada, de la que creíste escapar, vuelve. Juega con tus decisiones, se hace amiga de tus pensamientos, y se acomoda en tu cabeza para no volver a salir.

¿Estamos en una espiral autodestructiva? No, todos tenemos un niño en nuestro interior, y necesitamos ese niño para disfrutar de los pequeños detalles de la vida. Porque aquello en lo que te convertiste no ha muerto, sino que convive con los recuerdos y los detalles que te hicieron reír, ilusionarte, divertirte, pasarlo bien. Ver una serie de dibujos animados del pasado, disfrutar de tus juegos de Pokèmon, reírte de las gracias que hacías con tus amigos hace años. Los pequeños detalles, esos grandes olvidados, que deberían ser eternamente recordados.

"¡Eres un crío!" para mí es un auténtico halago. Porque prefiero ser un crío y divertirme, a creerme pseudo-maduro y ser un completo amargado por aparentar lo que la gente quiere que sea. Y la razón por la que hay tanto desprecio por lo diferente, es sencillamente esta. Si no entramos en los cánones que la gente adopta, seremos "raros".

Y después de quitar el cristal translúcido que me impedía ver la realidad, y construir mi "yo" a mi gusto, aprendiendo, disfrutando; lo único que puedo deciros es que os despreocupéis de todo, que seáis como queráis ser, que disfrutéis de los pequeños detalles, de los grandes, de todo aquello que os gusta u os gustó, que aprovechéis de verdad a la gente que os aprecia, y la devolváis el afecto del que ellos os creen merecedores. Puede que sólo sea una persona más, un chaval de 18 años que quizá ha vivido demasiado, o demasiado poco. Pero soy feliz, soy diferente, y sólo puedo deciros, que lo seáis vosotros...

...¡PENE!
Publicado por Anónimo el lunes, diciembre 19, 2011
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Etiquetas: Alex#11, Pensamiento 1 comentarios

Cómo conocí a tu puta madre, por Jorge Román.

Con todos ustedes, Jorge Román:

Gimiendo. Mis corazones vibraban al mismo tiempo. Diástole, sístole, dentro, fuera. Degusté el sabor a sudor en mi lengua, mezclado con el de sus más íntimos efluvios. Ella estimulaba todos mis sentidos. Vista, tacto, olfato oído... gusto... Yo la estimulaba en dos sentidos pero en una sola dirección. Su clítoris le inducía a agitar las caderas de manera descontrolada al son que mi lengua marcaba.

Comencé a cabalgar a la valkiria.

Sus senos comenzaron a dibujar el infinito entre sus brazos. Me miró, y entre gemidos desgarrados, difícilmente pudo articular: "¡Azótame!". Pero su gesto de puta viciosa ya lo decía todo. Me estremecí. Me retó con la mirada. La valkiria quería ir a lo guarro. Perdón, a la guerra. Iba en serio. Mi ariete arremetía contra las puertas del pecado, una, y otra, y otra vez, tratando de liberar el placer, mientras mi mano emprendía escaramuzas contra su nalga derecha. La temperatura aumentaba. Sus cuartos traseros estaban al rojo incandescente. Irradiaba ira. La estaba dominando. De pronto se revolvió como una perra en celo, me mordió la boca y se sentó encima. Las tornas cambiaban. Sudor, sábanas, culos, tetas, genitales, piernas, cabellos... todo formaba el campo de batalla. Comenzó a bailar sobre mi vientre, arriba, abajo. Parecía profesional, quizás incluso lo fuese. No me importa, solo le pagué con un pequeño detalle. Con mi mano, sutilmente fui repasando toda la topología de su piel, de sus pechos, sus pezones, su boca, su región perianal, y la no perianal también. Continuó danzando, masacrando mi acero más duro, mirándome a los ojos, como poseída por un maldito demonio. La detuve antes de que acabara conmigo. Le di la vuelta agarrándola por los brazos, y volví a bañar sus labios en mi saliva, aunque no habría hecho falta, estaba jodidamente cachonda. Titubeante, le mordisquee un pezón. Me enseñó los dientes, y sus ojos me dijeron: "vamos, continua, no pares, vuelve a darme con todo lo que tienes".

Lo vi claro. Como un niño al que no le dejan jugar con su juguete favorito, retomé la danza de la creación, descargando toda mi ira erótica y mi fuerza pélvica contra aquel reducto, que se derretía ante mi fogosidad. No me detuve. Sentí placer solo de ver la cara de asombro y satisfacción, su boca abierta, y sus ojos como platos, que exageraba más cada momento mientras yo mantenía mi infernal ritmo. Hasta nuestros pubis aplaudían aquella hazaña.

Jadeaba y sudaba como si lo hubiera hecho ella. Estaba muy hermosa. Su tórax se hinchaba con cada bocanada de aire, y al compás de su respiración ondulaban los reflejos de sus duros pechos a la poca luz de luna que nos entraba por la ventana.

La desmonté de mi tiovivo, triunfal. Ella sabía que yo era el vencedor, pero ella también había obtenido su provecho. Yo mismo habría hecho los honores, pero una vez incorporado, para mi sorpresa, agarró mi pene con ambas manos, fuertemente, sonriéndome de medio lado y hacia arriba. Estaba acalorada, y la muy cochina quería un buen manguerazo.


Comenzó a frotarme, rápidamente, utilizando su lengua de manera inesperada y muy estimulante. Palpó mis testículos, sosteniéndolos en la mano, mientras ella continuaba. Hasta que encontró la llave de mi boca de incendios. Se salpicó la cara, pero consiguió dar un buen trago. Pronto se terminó, pero no su sed.


Recorrió todo el largo de mi vara de hacer milagros con su lengua. Succionó la punta, sacándome hasta el alma. Mejillas hundidas, tez pálida, pezones pequeños, pelo rojo, ondulado. Una magnífica guerrera. Me había destrozado. Rompió el silencio y su sonrisa para hablar.

"Bueno... ¿Cómo te llamabas?" los dos nos sonreímos de manera recíproca.
Publicado por Fab el miércoles, noviembre 30, 2011
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Etiquetas: Relato 3 comentarios

Eso dicen

Dicen que estuve allí. Agarrado a tus medias, a punto de caer a algún profundo agujero.   Que mi consciencia pendía de la viva fragilidad de uno de tus cabellos.

Dicen que el frio huía de mí. Que se alejaba conforme me aseguraba de no caer, conforme me aferraba a aquella licra. Con firmeza, a punto de perderme, solté algo de la carga que me empujaba hacia la caída. Pero vi la carga, la vi salir flotando.

Dicen que pensé soltarme, que cuando todo el peso de esta mente ya había escapado, pensé hacer lo mismo. Pero no me dejaste.

Algo recuerdo, algo relacionado con el hielo. Con el hielo que ardía entre mis manos. No sé porque te recuerdo allí. Hasta este momento, habría jurado que no existías.
Dicen que al final ya no quedaba nada de mí, que dejé escapar mi cuerpo.

Este sí que cayó. Fueron esos pesos, esos pensamientos, los que quedaron flotando. Atraídos electroestáticamente a esa piel, a esa piel que juraría que no existía.

Todos pudieron mirarlos, pero solo los viste tú. Ahora estoy seguro de tu existencia, o eso dicen.

Dicen que sigo siendo el mismo, que algo agarró mi cuerpo y me lo devolvió. Que alguna sustancia me había atrapado y me había soltado. Que se había cansado de mí.

Pero de esto también recuerdo algo, recuerdo que si no volví a enfrentarme a la pendiente, si no volví a arrojarme al precipicio, para agarrarme a ti; si no lo hice, fue porque tú ya no estabas. Pero estoy seguro de que existías. Estoy seguro de que la sustancia no se ha ido, que sigue en algún punto de este amnésico.

Dicen que nada de esto existe. Pero yo no me lo creo.
Publicado por Alack el domingo, noviembre 27, 2011
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Revolución continua

No puedes quedarte aparte, no puedes. Lo estas viendo perfectamente. Alguien debería decir lo que piensa, o por lo menos pensar lo que dice.

Se acerca el día, y algunos vamos a salir. Vamos a tirar a la basura el mentirófono y  el silenciador. Vamos a violar a la injusticia, no la va a reconocer ni su madre. Lo haremos sin protección.  Ni puños levantados, ni mensajes de libro, solo vosotros y nosotros.

Las ratas lo verán desde sus espejitos mágicos, van a ver lo que no han creado, lo que no han conseguido. Van a buscar en el contenedor de la calle “Conciencia”. Vamos a hacer que duerman entre los cartones de sus indigentes. Vamos a pisar su techo.

No vamos a ser parados por vuestros zánganos, bastante les hemos dado ya, bastante hemos recibido. No son moratones, no son arañazos, ni fracturas. No son perdidas de conocimiento. Son ganas, es un tropezón más, una caída de morros con 5 años.

Dirán que no sirvió de nada, seguramente. Pero si servirá, se tendrá presente que odiamos lo poco de ignorante que nos queda. Lo que vamos a hacer desde ahora. Que en mi casa ya ha ardido alguien. Que en cada hogar alguien se carboniza.

Esta vez quedáis fuera los que miráis, no contamos con vosotros. Contamos con vuestras ganas. Que seáis vosotros los que os odiéis un poco y salgáis.

Si tuviese la certeza de que no servirá lo más mínimo, si fuese una seguridad que voy a ser golpeado, que a partir de este día llevaremos una mancha; eso lo engrandecería todo. Esta vez tampoco voy a leer lo sucedido, no voy a alegrarme por nadie, ni sentir lástima. Esta vez yo voy a salir. Voy a ser muy egoísta.

Esta es la mía, les voy a dejar. Se lo pienso poner fácil. No correré, no lloraré, no gritaré; voy a hacerlo. Quiero hacerlo, es simple.

Mira cómo vienen, dispuestos a arrasar, ¿fui yo quien les di ese palo? O fui yo o tus padres. Pero hoy seré yo contra el que impacte. Voy a hacer que pierdan su fuerza desde dentro.

¿Soy yo? No, somos muchos. Somos el mismo héroe. Posiblemente un poco mártir, pero de eso se trata, que vean que su superioridad se la concedemos nosotros.
Publicado por Alack el domingo, noviembre 27, 2011
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Si duele, significa que estás vivo


Empecé a tirar del pellejo suelto. Como si de un padrastro se tratase, acabé haciéndome sangre. La sensación de dolor era inaguantable, pero más insoportable era no seguir haciéndolo. 

Creí que encontraría algo profundo. Que descubriría nuevas cosas sobre algún yo.

Y tras aquella muerta  carne me vi. Estaba en mi forma menos contaminada. No hablo de vulnerabilidad, hablo de hueso duro. Hablo del fondo quebradizo e indestructible del yo auténtico.

Lo poco que queda verdaderamente de “uno mismo”.

Parecía imposible que entre la densa niebla se pudiese distinguir. Que bajo la cúpula de contaminación aún tengamos humanidad, o lo que quiera que sea.

¿Creéis que decidís algo de lo que sois? No os gusta pensar que vuestra existencia está guiada por algo. No hablo de un dios. Hablo de todo lo contrario.

Es triste, pero esta existencia es únicamente eso, una existencia. Una existencia, con todo lo que eso conlleva. Es algo con principio y fin. Algo cuyo contenido pasa desapercibido. La humanidad es un mero relleno.

Pero es nuestro relleno. Lo que nos hace alejarnos de nuestro destino. Lo que hace que creamos que podemos decidir cualquier cosa acerca de nuestra vida, incluso cuándo queremos acabarla.

La carne muerta está infectándolo todo. Creemos controlar más de lo que verdaderamente está en nuestras manos. Somos nuestros propios dioses. Elegimos a nuestros superiores y a nuestros inferiores.

Hemos creado mil capas para cubrirnos, creyendo que nos protegen. Hemos olvidado el hueso, la fragilidad inmortal que nos hace ser algo.

Ya no sabemos qué somos. Discutimos entre nosotros para dar un nombre común a algo que tiene nombre propio.

¿Cuántos creísteis poseer  esa vida que llamáis “vuestra”? No descanséis hasta hacerlo.


Publicado por Alack el domingo, noviembre 27, 2011
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El único arma que ningún bando entrega

Siempre te han enseñado a obedecer, ya sea a alguien o a ti mismo; algunos hemos tenido problemas con esto. Algunos no hemos obedecido nunca, o al menos nunca en el entendimiento. Nada de lo hecho ha sido porque no lo creyese, más allá de ser impuesto como necesario u obligado. Pero esto es una reflexión espontánea, algo que determinas tras haber actuado. No se si de verdad creo todo lo que digo, si volvería a hacer todo lo que he hecho. Prefiero pensar que sí, aunque las equivocaciones evidentes sean, además, inolvidables.

Siempre he creído en el lado bueno de todo lo dicho, hecho o pensado. Esto no significa que lo que haga está bien o mal, esto significa que creo en lo que digo, hago o pienso. Y esto es lo que más aprecié de la gente siempre.

Encontraremos siempre a gente con ideas equivocadas, pero ahí hay algo apreciable: tienen ideas. Aprecio mucho más a gente con ideas propias, bajo mi concepción equivocadas, que ha todos esos cuerpos de la masa.

Lo mismo me pasa con distintas situaciones en la vida, como en el caso de la política. Siempre valoré más a una persona con fuertes ideales a todos aquellos que son incapaces de posicionarse.  Esos ideales pueden ser considerados buenos o malos, pero ya son algo importante.
Sin embargo en esto de los ideales hay problemas. A veces los ideales nos hacen cometer actos equivocados.

Existen muchas personas con ideales fuertes como el hierro, personas cercanas a los extremos, cuyos métodos serían juzgados como incorrectos, por lo menos. Pero si te paras a pensarlo, es todo una cuestión de educación.

Todos seríamos capaces de hacer las más inhumanas atrocidades por aquello que nos importa, incluso por cosas que no nos importan demasiado. Pensar que no, es un engaño. Ojala todos pudiésemos cumplir esos pensamientos de posicionarnos por encima de aquellos que pierden la humanidad que poseen, pero el caso es que si sus actos nos afectasen, nosotros la perderíamos del mismo modo en nombre de unas ideas.

Con la educación que hemos recibido, y que no hemos sabido o podido apartar de nuestro pensamiento, todos clamaríamos justicia si hiciesen daño a un familiar. Algunos matarían, otros buscarían que esa persona sufriese. Nada de esto sirve, pero todos nos rebajamos a la categoría de animales en una situación así.

Negarse a esto es ser un hipócrita, es engañarse a uno mismo.

La educación es la verdadera arma de destrucción masiva, es capaz de crear, modificar y destruir ideales. La educación juega con aquello que de verdad mueve a la gente, nada de sentimientos ni demás formalidades. Es todo una cuestión de los ideales que se poseen.

He dicho que esas ideas es lo que más aprecio de las personas, y no reculo cuando llego a estas conclusiones de que a través de la educación estas pueden imponerse hasta el punto de arraigarlos en una persona. No echemos la culpa a las personas que cometen atrocidades en nombre de sus ideas. Echémosle la culpa a la educación que han recibido, y en cuya creación hemos contribuido en muchas ocasiones. No eches la culpa de un atentado a un radical islamista, échale la culpa a la educación que ha recibido, échale la culpa a la educación que te va a hacer odiarle si en ese atentado ha muerto un familiar tuyo.

Todos nosotros estamos metidos hasta el cuello en esto, la educación que hemos recibido ya está demasiada arraigada en nosotros. Decir lo contrario es ser hipócrita.

Y yo, yo soy el más hipócrita que conoceréis, y por el hecho de decir esto, también soy a la vez el  que menos.
Publicado por Alack el sábado, noviembre 26, 2011
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“Poema” al zombie.

Y, de repente, el cadáver despertó y se levantó, en ese mismo orden.

Y su ser marchito supo a ciencia cierta que, de y por su boca, el fin del mundo estaría cerca.

Y llamó a sus hermanos mediante gestos y alaridos, pero como veía que no despertaban, a mordiscos que les enseñaba el camino.

Putrefactos y reveníos, sus pieles desechas su único abrigo.

 Eso y su petrificante hedor, hediondo hasta para los cerdos.

Cadavéricos caníbales, sin amor ni pensamiento.

Portan ojos vidriosos, cristales que reflejan lo peor de su tormento, el vacío.


Fanáticos de la sangre, hijos de la muerte, perros del infierno y hermanos del lamento.

Su único fin es nuestra vida, pues para ellos somos su comida.
Publicado por Cabeza de Turco el lunes, octubre 31, 2011
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Al abrigo de la tormenta.

Y allí se encontraba él, imponente ante el salvaje gris que se le avecinaba de un cielo atronador. Las avasalladoras olas rompían contra las rocas, como gigantes de fuego que buscan derretir a golpes a aquellas montañas de acero, en una batalla perpetua. Una mar embravecida que asombraba al muchacho, acongojado ante tremendo espectáculo de la naturaleza. Bello era el cielo y bello era el suelo mojado sobre el que se posaba. Un techo pintado tímidamente por los lazos resplandecientes de un sol rojo al atardecer.

- No puedes esperarme eternamente – le espetó la chica desde el filo de la puerta que daba a la casa abandonada en la que iban a pasar la noche. Incluso en un ambiente tan revuelto se llegaba a apreciar su trágico aroma – sé que no puedes.

- ¿Te atreves a desafiarme? – replicó el joven – claro que puedo, no sería la primera vez que te ame hasta el final de los tiempos.
- Sabes que eso solo pasa en los cuentos para niños y princesas.

- Y en mis sueños – determinó él.

Las primeras gotas mojaban el bello semblante del muchacho, tan solo perturbado por sus pensamientos.

- En serio, es imposible.

- ¿Qué quieres apostar?

- ¿Qué puedes ofrecerme?


Entonces el joven calló y pensó durante un segundo, mientras un destello electrizante iluminaba el oscuro horizonte.

- El mundo – contestó.

- ¿Entero?

- Entero – afirmó rotundamente, con una voz tan confiada y profunda que la joven no pudo evitar estremecerse de pavor.


El silencio fue un tanto incómodo.


- No existe corazón que pueda albergar tanto amor.

- No, amor no. Ya no. De todas maneras, ¿quieres explicárselo tú a él, a ver si así, con tus palabras, logra comprender su terrible error?

- ¿Qué error?

- ¿De verdad me lo preguntas? – dijo mientras se acercó a ella. A estas alturas de la conversación el joven se había girado hacia ella, dando la espalda al colérico temporal. Dio otro paso - ¿por qué me castigas de esta manera? ¿no es suficiente para ti mi escarmiento?

- ¿De verdad me lo preguntas? – repitió ella indignada – yo nunca he buscado esta situación.

- Pues henos aquí, con mi pecho susurrando nanas de quebranto, con un día a día pesado de tanto pensarte, con un dolor latente que me corrompe fervientemente.

La tormenta arreciaba. La joven salió también a mojarse.

- ¿Y qué podemos hacer? – su voz rayaba el llanto – no puedo arriesgarme más todavía. Tu amor dura lo que un suspiro. Efímero no es el adjetivo, ni fugaz ni veloz…

- Eterno es, más bien – afirmó él sin dudarlo.

Otro silencio incómodo, roto por rayos y truenos.

- No debemos, no podemos… – sus pupilas trataban de no posarse en el infinito azul de la mirada de aquel joven al que antes había amado tanto. Así cayó sobre sus propias rodillas, desolada.


Él se agachó ante ella.


- Sabes que no habrá vida en mí sin tu boca, ¿cierto?


Ella asintió con la cabeza. Sus cabellos empapados. Entonces, alzó el rostro de su amada con una leve caricia, y su otra mano se acomodó en su cuello y sus ojos se posaron en sus ojos y sus labios en sus labios. Y allí mismo, en aquella casa abandonada donde pasaron la noche, se hicieron uno. Y no descansaron hasta la mañana siguiente, cuando el despejado cielo cantó ante su ventana, con un Sol más que brillante y una mar más que tranquila.
Publicado por Cabeza de Turco el lunes, octubre 24, 2011
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Historias de un mundo inventado.

Corría el tercer día de mayo de la Segunda Era, eras que comprendían milenios, allá por la Quinta estirpe Norrodina, príncipes elfos bajo las antorchas del mundo, es decir, de nuestro astro rey y su princesa lunar. Todo era fresco, vivo y hermoso, con algunos toques inertes, como desde el primer suspiro de la Tierra.

Se había levantado el viento de poniente para mecer a su antojo las frondosas coronas verdes de los bosques que poblaban la vasta provincia de Adëline, al oeste del estado de Aveneliiu. Refrescaba toda hoja, todo tallo y toda flor.
Al norte, las Montañas de la Mörraia serpenteaban al horizonte, marcando las fronteras del mastodóntico reino de Algravas, bajo el próspero mandato de la casa de Adlor. Al este los montes de Peregron se unían a la Mörraia más escueta. Al sur, incluso sureste, el lago Pritiach, hermano del perezoso cauce del río Ledda.
Todo ello se encontraba en el corazón de Euphiria, tierra de elfos y hombres.
Una nube de polvo se descubría de los claros que se escondían entre aquellas altas copas de los inmensos árboles del lugar, pobladores de aquellas mágicas escenas idílicas, brazos gigantescos de la tierra que parecían acariciar, agradecidos, al cielo tras la brisa matinal. Todos ellos sembrados, uno a uno, semilla a semilla, por pastores, alentadores de la llama del día y la sombra de la noche, antiquísimos, ancestrales. Tan viejos eran como piedras olvidadas y oxidadas, de caminos tan arcaicos que ni la arena que los velaba les recordaba.

Al fin, cuando se descubrieron ante las llanuras de Akrram, se les podía avistar. Igual, si se contaban de pasada y apresuradamente, llegaban a los quinientos hombres, todos a lomos de corceles celestiales, a cada cual más brillante de armadura y más largo de crines, levitando sobre los toscos hierbajos que cubrían aquellas praderas salvajes entre el follaje. Pero, si te parabas y te fijabas detenidamente, te dabas cuenta de que tan solo se trataban de ciento un hombres, caballeros de resplandeciente atavío, con sus pendones de nácar y platino tejidos, y sus alabardas y lanzas alzadas, como grandes dagas de pequeños dioses errantes.
En realidad, eran cien leones y un valiente, el mayor y mejor guerrero entre su gente.

Y ellos se enfrentaban, ante cientos, miles de esclavos de un falso y mezquino ser que se hacía llamar Tualam, el Rey Inquebrantable, procedente del sur más absoluto, en los pantanosos bajíos del mar negro de Tuk-Lös un mar rodeado de acero y piedra, que bañaba las orillas de sus demonios, nacidos todos ellos en áridas planicies desiertas y grises, como sus pérfidos corazones. La oscuridad prevalecía ante la carencia de almas libres e inocentes, calientes de amor y vida. Un farsante que servía a otro, más poderoso, más rencoroso, peligroso y mentiroso, el más cobarde y el más traidor de todos: Möngew, el caído.
Ahora y sin desviarnos del tema, aquel centenar de hombres galopaban, arengados por la espada y la furia. Desde hacía días perseguían a un pequeño ejército de salvajes y abominables criaturas, asesinas y cleptómanas todas ellas. Siervos del enemigo.
Habían ido cazando uno a uno a los que se quedaban rezagados sin ser descubiertos, pues aun no querían verse en una lucha abierta. Usaban el arco y la lanza. Así trataban de liberar las tierras invadidas y corrompidas de sus ancestros y mantener a raya y tras las fronteras al creciente mal que les apretaba cada día más como unos dedos invisibles e imprevisibles, de una oscura mano implacable.
Y en esas tierras se rebeló el grandioso poder de sus enemigos, para recordar un miedo casi olvidado, pues, sin ellos saberlo y mil veces más sigilosos que el ladrón elfo más curtido, o que el montaraz más audaz y maestro del ocultamiento, o incluso que ellos mismos, tras un largo día de refriegas y ajetreo vengativo, acechando su improvisado campamento a la orilla de un arroyo cristalino, tras cada arbusto y cada roca, había un bulto pestilente con dos ojos y un virote apuntándoles fríamente, preferiblemente al cogote. Y fue así como cayeron en una terrible emboscada.
Publicado por Cabeza de Turco el miércoles, septiembre 28, 2011
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Reflexiones temporales...

Imperdonable, imperdonable tiempo el que pasa mientras recuerdo aquel manto de estrellas que hace un año me recorría en busca de un atisbo de inspiración, de esperanza, de lucha. Aquella encandilada mirada de niño que contemplaba mastodónticas grandezas está lejos aún de ser hombre, sigue mirando como un dulce infante que ve la vida como el camino que le queda por recorrer, cada día un poco más difícil, y más fácil a la vez…

Más de trescientas cincuenta noches se han fugado de la cárcel de mi preocupación, y la brecha que han abierto deja pasar la luz, con más intensidad que nunca. Indecisiones, riesgos, grietas, parches… un corazón que ha vivido demasiado durante poco tiempo tiene algo más que contarte que un velero sin rumbo en busca de un tesoro inalcanzable. Hoy es el momento de escuchar ese motor de vida, que quiere alcanzar las infinitas revoluciones que siempre soñó, más aún después de innumerables baches.

Tú, esperanza, que nunca supiste que formabas parte de mí, y me abandonaste cuando quise batallar la última lucha de una guerra perdida antes de ser librada.

Tú, alegría, que creíste ser alcanzada a cada paso que daba, sin saber que aún en la dirección correcta, caminaba en sentido contrario.

Ahora, en esta noche de luna blanca, el mundo que habita entre mi corazón y mi cabeza se contempla inmenso, recordando un pasado no muy lejano, en una galaxia muy cercana… Y toma cada detalle como una nota más que ha sonado en esta canción casi infinita. Canción que no termina, sino empieza, con unos acordes de un mensaje que ni los cromosomas de Chris Martin supieron expresar, y que sólo aquel curtido corazón, dueño de una poco experimentada cabeza, puede descifrar en un tiempo en el que su dirección y su sentido coinciden. Viajando a la velocidad del sonido hacia los cristales que ciegan a los necios, y encandilan a los niños… allí donde tú estás, donde este corazón no tiene límites.

Publicado por Anónimo el domingo, agosto 21, 2011
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Controversias - 1

Ojalá tuviese la oportunidad de que alguien se prestase a explicarme qué es el hombre, por qué hace lo que hace...
Supongo que eso es una de las cosas que más me sorprende de la vida, y es que cada día que pasa logro entender menos al propio ser humano: sus gestos, su forma de ser, su forma de pensar, de ver la vida...
Está claro que por gustos se venden las telas... o no. Yo creo que precisamente por la variedad de telas aparecen los gustos, y que el hombre en sí es conformista, pues si sólo hay un color, ese será tu color. ¿Lo demás? ¡Paparruchas! Inventos de un trozo de carne aburrido y que no sabe qué hacer.
Luego aparece una serie de individuos creyendo ser unos rebeldes en contra de la sociedad, revolviéndose entre roña y demás desperdicios que rechazan por ir al día. No nos engañemos, nuestro disgusto proviene de tiempos más lejanos, de la propia variedad. Y es que es un riesgo que debemos estar dispuestos a correr y del que nunca podremos escapar.
Publicado por Dakozu el viernes, julio 08, 2011
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Ajetreo en mis noches de verano.

La calle está vacía. Ni un alma a la vista. Mi mirada perdida vaga ante el vacío absoluto que ha dejado la gente. Soledad intrigante, extravagante.

El gustillo húmedo y familiar de la lluvia se apelmaza en mi nariz. ¿Se aproxima una tormenta?, ni una nube en un cielo gris y áspero. Me preocupa. Trato de mirar hacia arriba y asegurarme pero no logro controlar mi propio cuerpo. No lo comprendo. Sigo el paseo hacia la nada.
Mis ojos no captan colores. Solo blanco y negro, como un sueño. Capto un sonido sordo, un pitido repelente. Abstraído de toda realidad, mi camino me lleva al paseo marítimo de una ciudad que abraza a la mar.
El cruce no me preocupa, nada me puede parar. En mi camino un caballo castaño disfrazado de hombre cabalgando sobre un payaso lleno de colores vibrantes, lunares, óvalos artificiales y otras figuras geométricas o irregulares de lo más descabelladas, plasmados y plasmadas sobre su bata sanitaria, su tutú salvaje y en su gorro de periódico y celofán que corona su peluca verde pistacho; nariz redonda y roja, sin nada en particular, con la felicidad escrita a base de risas, unas lágrimas rosas que decoran sus mejillas pálidas, una corbata oscura y triangular, además de unos zapatos de tacón muy altos. Esgrime una trompeta que no deja de sonar, morada de soplar. Me hace dudar. En su frente el neón brilla cada día más: miedo. Cruzo la calzada y llego a la acera de enfrente. El ruido se magnifica.
Las olas se enganchan, se enzarzan en un juego sin final, se divierten. Podría llegar a decirse que al agua vida le dan. Me llaman, me aclaman, ¡me emociono!,… me encanta. Subo al bordillo que diferencia a la acera de la arena, me dejo llevar.
Ya en la orilla, descalzo, la sal y el agua filtran y purifican los pasos que marcaron tantos caminos olvidados en recuerdos oxidados por el tiempo. El maldito sonido no deja de castigar a mi cabeza, ensañándose. Arrodillado ante semejante dolor, mi poca atención se posa en unos niños que juegan a crear formas en la arena, castillos de sueños que se esfumarán con la marea.
El zumbido para en seco cuando mi cabeza está a punto de estallar. Un corazón de cristal refleja una luna de metal, colgada inerte en el techo de mi habitación. Sobre mi cama, un disfraz. Una chica joven y voluptuosa me trata de engañar. Mallas y un traje rojo de neopreno ceñido hasta no dejarla casi ni respirar. Una chaqueta de cuero, pesada, con hombreras y coderas de acero y rock ‘n roll. Máscara con agujeros que muestran el verde del valor de su mirada. Melena castaña. Se levanta, y acaricia mi cara. Juega a no ganar. Gimotea. Se fija, enloquece y golpea varias veces. En miles de pedazos puntiagudos se desmorona mi voluntad. La pequeña luna se derrite.
Vuelvo a la playa, a la calidez de su sonrisa. Los niños ya no juegan. Mis amigos de verdad me esperan sobre la arena. Sonrío mientras les veo hablar entre carcajadas.
El agua me avisa, trae un mensaje. Una piedra de un alto voltaje. Me incorporo.
Vislumbro el horizonte, brillante. Pesa siendo pequeña y ligera. La lanzo contra la tranquilidad. Me doy la vuelta y todo se va a la mierda. Un profundo crujido y un prófugo e imponente caos irrumpen en escena. El pánico envuelve mi cuello, no me deja ni gritar. Retrocedo sobre mis pasos y preferiría no mirar.
Los cielos se me vienen encima y el agua, absorta, desafiante ante la gravedad, sube como un globo de helio. Me abandona sin más, como mi cuerpo. Secos mis desiertos donde no sopla ni el viento, muere lentamente el payaso de papel albal que jugaba al black-jack con su camello. Se jugaban el último canuto.
Despierto muerto de miedo.
Publicado por Cabeza de Turco el viernes, julio 08, 2011
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Demente y Pedante

Sus poligonales ladrillos azules me gritaban como las algas bajo el mar del puré de verduras. Su mirada de pierna quebrada lanzaba cangrejos circulares como peines cuadrados en triángulos romboides. Un terremoto estremeció su prado de oro sucio y quedé pelucheado. En mi codo los pensamientos follaban los unos con los otros en una bacanal de bits y soles en la galaxia de Andrómeda. No me quedó otro remedio que retroceder en el tiempo con la máquina que el profesor Carapene había inventado en el futuro lejano. El siguió con su acoso zombificado mientras yo evolucionaba en algo que quizás se parecía a una polilla nuclear...


Mirando sexualmente a aquella puta, noté levitar suavemente mi pie. Podía notar como mis dedos, obviando la existencia del calcetín, notaban más endeble que nunca la superficie de caucho que siempre los había sujetado con firmeza y que ahora bailaba con la leve brisa del viendo que entraba por una ventana cercana. Debían de sentir algo parecido a montar en una montaña rusa: intenso pero corto, pues, en un instante, la firme cerámica de los baldosines del suelo devolvían la firmeza a la suela de mi bota. Sí, es cierto, había dado un paso. Y detrás de ese paso di otro, pero eso es otra historia que no tengo tiempo para contarles.

Publicado por frrodrig el jueves, junio 16, 2011
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Un poquito de "Remember"

Jóvenes desfogaban su estrés mientras movían sus melenas al son de aquella música. Era una época en la que este arte despresurizaba las mentes y unificaba sensaciones; era un arte. Aquellos sonidos no entendían de clases, era música; música bailada por nuestros padres de una forma ahora ridícula. Jóvenes alocados con peinados dispersos y ropas diferentes vibrando ya sea en un pub, la calle o el garaje.

Los brazos contoneaban en el aire desafiando el sentido del ritmo. Acompañados por unas piernas inquietas y nerviosas. El movimiento ondulaba por todo su cuerpo como una especie de ritual en busca del disfrute de aquella música.


Todos lo añoran. Añoran aquellas guitarras melódicas, aquellas letras desafiantes y aquellos ritmos celestiales. Lo añoran en esta época de bazofia musical, en la que solo aquellos grupos que no han sido violados por las compañías hacen música. En un periodo comercial y desprestigiante en el que los éxitos constan de la palabra “feat” en sus títulos.


Donde la música electrónica ha sido asesinada por rubios que colaboran con grandes estrellas del pop, por energúmenos que crean su nombre artístico añadiendo “Dj” delante.


En una etapa en la que la música de la calle es cantada por ricachones de color en sus ferraris y blancos con nombre de perro. En la que la música negra ha sido eclipsada por las estrellas de MTV. Donde el soul ha sido enterrado por grandes gafas de sol y cuerpos plastificados.


Pocos saben el significado de la denominación “indie”. En estos días el rock ha sido suplantado por “hijos de” con peinados innovadores capaces de provocar el suicidio de miles de fans. Días donde el heavy es música de “guarros” y el “punk” de delincuentes. Una era donde las canciones de amor son poco más que videoclips.


Es normal que ese pasado en el que existía un arte llamado música sea recordado por esos jóvenes, ahora viejos, mientras miran sus colecciones de vinilos; colocándolos cuidadosamente en el tocadiscos, intentando recordar aquellos días en que sus brazos se tambaleaban en el aire, en el que disfrutaban sin necesidad de fármacos. Pero esto dura poco tiempo, pues nada más escuchar este sonido, sus hijos aparecen mostrando la ropa interior, portando grandes gorras y diciendo:


-¿Y esa música, viejo? ¿Un poquito de remember?


Dedicado a Rubén Martínez, por compartir conmigo música de verdad, desafiando el panorama musical repulsivo actual; y a mi madre, por no reprimirse y hacer girar sus discos a todo volumen sabiendo que pocos los valorarían.

Publicado por Alack el sábado, junio 11, 2011
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Etiquetas: alack, Pensamiento 5 comentarios

Visión en sepia

Vaciad la mirada para poder ver lo que sois, lo que somos. La turba indomable que paró aquella ruleta ósea tras mancillarla innumerables veces. Atravesamos aquella barrera, desgarrándose nuestra humanidad por el alambre de espino, en un oloroso proceso de contraevolución.


Ahora el 70% de nuestro cuerpo está constituido por gasóleo. Apestamos a una obesidad no producida por el tejido adiposo, es una obesidad mental, hedionda y calcinada. Cruzamos este profundo cenagal mientras nuestros iluminados úteros brillan en la oscuridad, mostrando al mundo las siluetas de los radiactivos fetos de su interior.


No seguimos ningún orden establecido, el devenir es nuestra consigna. Alteramos el orden espacial del infinito. Segregamos un falso sentimiento de amor tóxico. Somos los supervivientes del holocausto de la dignidad, la mayoría a falta de una minoría. Olvidamos los sentidos, el lenguaje, el aire y suprimimos el instinto. Somos demasiados para ser pocos. Hemos establecido nuestra propia entelequia innegable. Curvamos las líneas de la vida para convertirla en un círculo vicioso. Nos reproducimos sin establecer contacto con nuestros semejantes, de manera absolutamente asexual, esperando ser asesinados por nuestra prole.


Los individuos nuevos alargarán su ser en el tiempo para estrangular a sus progenitores antes de nacer, acabando con toda relación con la realidad, nutriéndose de ella para concebir nuevos engendros. Incubamos nuestra paradoja hasta hacerla madurar.


EL ciclo se repite. Buscamos acabar con esa protuberancia cerebral, este signo que nos obliga a recordar lo que no hemos sido. Recordando la limitación que nos liberaba. La inquietante palpitación que nos hacía superiores. El órgano que nos obliga a arrojarnos a los precipicios de esta tierra plana de nuevo.


Bajo la superficie, el sol aún brilla, iluminando aquello que no ha cambiado. Abrasando y evaporando los conocimientos.


Ya nadie reconoce este mundo donde negamos nuestro futuro y en el que la muerte carece de significado. Este yermo humano donde esperamos que aquel metálico ser nos arranque hacia el subsuelo.


El único ser que nunca lo fue, aquel que poseyó todos los nombres y ninguno. El jugador de esa ruleta inmóvil. Basando la partida en sus más profundos sueños: aquellos que no son soñados por él. Estremece su férreo brazo y aplasta a los elegidos. Él selecciona a los que liberará del encadenamiento, otorgándoles una existencia en la nada. Aquellos que una vez cristalizados y fosilizados observan; observan las ataduras de la libertad. Observan cómo nos perdemos.


Vaciad la mirada, hurgad el destino, encontrad la mentira, descubrid la falsedad de los colores y veréis lo que no podemos ver, los tonos sepias que auguran lo que todos pensamos. Es la prueba de lo que creemos saber. La certeza de que no tenemos certeza de nada más que de que podemos decidir de qué se tiene certeza y de qué no.


Publicado por Alack el sábado, junio 11, 2011
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